Recorrerás los senderos salvajes de Wadi Shab, nadarás en piscinas escondidas de un azul intenso (sí, lleva calcetines extra), compartirás té omaní con el guía y almorzarás en una cafetería local antes de descubrir las aguas turquesas del Bimmah Sinkhole. Prepárate para risas, nuevos sabores y quizás algunos zapatos mojados, pero también para esos momentos en que todo a tu alrededor se siente inmenso y en calma.
Lo primero que noté al llegar a Wadi Shab fue el aire: cálido, pero sin agobiar, y ese leve aroma a tierra después del viaje desde Mascate. Nuestro guía, Ahmed, me ofreció una tacita de té omaní en una cafetería al borde del camino (dulce y con mucho cardamomo) antes de comenzar la ruta hacia el cañón. Bromeó diciendo que si pronunciaba bien “Shab” me invitaría a otra ronda. No hubo segunda ronda. El trayecto en coche es casi hipnótico: montañas que se funden unas con otras y alguna cabra que parece dueña del lugar, quieta y observando.
Cruzamos un tramo estrecho de agua en barca (solo un par de minutos, pero muy divertido) y empezamos la caminata. Son unos 40 minutos, pero se te pasa volando porque hay mil cosas que mirar: palmeras que brotan de la nada, rocas que parecen cortadas por alguna fuerza ancestral. Se escucha el murmullo del agua antes de verla. En un momento resbalé en una piedra lisa y casi pierdo el zapato; Ahmed sonrió y dijo “bienvenido al verdadero Wadi Shab”. Cuando finalmente llegamos a esas piscinas cristalinas, todos nos quedamos en silencio un instante: ese azul no es lo que esperas encontrar en Omán. Nadar allí, después del calor, fue una sensación extraña y electrizante.
El almuerzo fue en una cafetería local: arroz con pollo o pescado, ensalada y un jugo de limón con menta que sabía a fresco, nada que ver con los embotellados. Me senté junto a una pareja mayor de Salalah que me contó historias de cuando venían aquí de niños. De regreso paramos en el Bimmah Sinkhole. Dicen que lo formó un meteorito —los locales lo llaman ‘La Estrella Caída’— pero Ahmed explicó que es solo la acción de la piedra caliza. El agua es turquesa y fría si te mojas los pies. Había niños riendo cerca y alguien poniendo música desde el móvil, y de alguna forma eso no rompió la magia del lugar.
De vez en cuando recuerdo ese baño en Wadi Shab: el choque del agua fresca tras tanto sol, y cómo, aunque los zapatos se me empaparon, ya no importaba mucho.
La excursión dura todo el día incluyendo traslados desde Mascate; calcula entre 8 y 9 horas en total.
Sí, el almuerzo en una cafetería local está incluido, excepto durante el Ramadán.
La caminata es de unos 40 minutos por tramo y requiere un nivel medio de forma física; hay terreno rocoso y zonas con agua poco profunda.
No, por seguridad no se permite la participación de niños menores de 7 años.
Sí, incluye recogida en hotel en Mascate o traslado a punto de encuentro, según la opción que elijas al reservar.
Trae bañador, toalla, zapatos resistentes que puedan mojarse y quizás calcetines secos para después de nadar.
Sí, hay opciones vegetarianas disponibles bajo petición para el almuerzo.
No es obligatorio, pero nadar en las piscinas de Wadi Shab forma parte de la experiencia; quienes no sepan nadar pueden relajarse junto al agua.
Tu día incluye recogida en hotel o punto de encuentro en Mascate (a tu elección), todos los traslados en vehículo con aire acondicionado, agua embotellada durante el trayecto, un breve paseo en barca cruzando el río de Wadi Shab antes de la caminata por el cañón, y almuerzo en una cafetería local con opciones de carne y vegetarianas, para luego regresar a Mascate por la tarde.
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