Camina por los verdes senderos de Zealandia con un guía local, observa aves raras como kākā y tūī, y conoce historias reales sobre la conservación en Nueva Zelanda. Acércate al tuatara y siente el silencio al alejarte de la ciudad hacia un mundo más salvaje. Te sorprenderá lo mucho que te queda después de solo dos horas aquí.
Entramos al centro de visitantes de Zealandia, dejando atrás el ruido de la ciudad. Nuestro guía, Jamie, nos llamó con una sonrisa — tenía esa forma tranquila de hablar, como si prefiriera estar afuera antes que en cualquier otro lugar. La primera parada fue un corto video (normalmente no soy fan), pero la verdad es que me ayudó a entender qué hace especial este lugar. El aire dentro olía un poco a hojas mojadas y café del local vecino. Luego salimos y todo se sintió más silencioso — aunque nuestro pequeño grupo bromeaba sobre los impermeables y cuántas capas realmente hacen falta en Wellington.
Los senderos serpenteaban bajo helechos altos, con rayos de sol filtrándose entre las hojas. Jamie señaló un tūī cantando justo encima de nosotros — sus plumas brillaban en tonos verde y azul cada vez que se movía. Intenté tomar una foto, pero solo capté alas borrosas. En una estación de alimentación, tres kākā peleaban por la fruta; sus gritos parecían risas. Alguien preguntó por las cercas (aquí son cosa seria — a prueba de plagas), y Jamie explicó cómo Zealandia intenta devolverle el tiempo perdido a la fauna de Nueva Zelanda. Fue entonces cuando caí en cuenta: algunas de estas aves no existen en ningún otro lugar del mundo.
No esperaba ver un tuatara tan de cerca — parecen mitad dinosaurio, mitad viejo gruñón. Jamie sabía exactamente dónde encontrar uno tomando el sol en una roca, sin impresionarse por nuestra presencia. El olor a tierra mojada después de la lluvia de anoche estaba en el aire, y de vez en cuando se escuchaba el canto de un bellbird o el susurro de algo pequeño entre la maleza. Pasamos por familias con cochecitos y una pareja mayor que venía cada semana (“solo por el tīeke”, decían). Al final me di cuenta de que casi no miré el móvil — había demasiado por escuchar y sentir.
El tour guiado dura aproximadamente 2 horas.
Sí, los niños son bienvenidos pero deben ir acompañados por un adulto; los bebés pueden ir en cochecito.
Algunos senderos son accesibles para sillas de ruedas; también hay tours privados si es necesario.
Podrás ver loros kākā, tūī, bellbirds, takahē, tīeke (saddleback), hihi, tuataras y gecos verdes.
No incluye recogida en hotel; debes presentarte en la taquilla del Centro de Visitantes 15 minutos antes del tour.
Sí, está permitido tomar fotos durante todo el tour.
El tour se realiza con lluvia o sol; viste ropa adecuada para lluvia o viento.
Sí, hay opciones de transporte público cerca.
Tu día incluye la entrada al santuario ecológico Zealandia y dos horas caminando con un guía local experto que comparte historias y ayuda a avistar la fauna nativa por senderos boscosos; podrás tomar fotos durante toda la visita antes de regresar a la ciudad por tu cuenta.
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