Con un guía local recorrerás el bosque nativo de Waitomo antes de adentrarte en cuevas privadas llenas de luciérnagas y formaciones milenarias de piedra caliza. Trepa rocas, cruza arroyos y luego comparte un té con galletas en base con tu grupo pequeño — todo el equipo incluido. Es espeleología de verdad: calcetines embarrados, risas en la oscuridad y recuerdos que te llevarás a casa.
Para ser sincero, no estaba seguro si “cuevas privadas” significaba algún club secreto o simplemente una forma elegante de decir que habría menos gente. Resultó ser un poco de ambas cosas. Quedamos con nuestro guía, Tom (nacido y criado cerca — se notaba), en una casita-oficina a las afueras de Waitomo. Nos dio ropa abrigada y cascos que olían ligeramente a detergente y piedras del río, y nos explicó las normas de seguridad sin hacerlo aburrido. Éramos solo seis en el grupo, justo el número perfecto — ni silencio incómodo ni una excursión escolar.
La caminata hasta la cueva fue toda una experiencia. El bosque aún goteaba por la lluvia de la noche anterior, todo verde y lleno del canto de las cigarras. Tom nos señaló un árbol cuyo nombre ya olvidé (algo en maorí), pero sí recuerdo que nos enseñó a identificar las marcas que dejan los zarigüeyas en la corteza. La entrada a la cueva parecía casi falsa — como si alguien hubiera pintado un agujero negro en la ladera. Dudé un instante antes de meterme adentro.
Dentro, mi linterna iluminaba pequeñas gotas que resbalaban por las paredes de piedra caliza — frías al tocarlas por accidente. Trepamos sobre rocas y cruzamos un arroyo poco profundo que me empapó los calcetines (debí hacer caso y meter los pantalones dentro). De repente, Tom nos pidió apagar las luces. Se hizo tan oscuro que podía escuchar mi respiración rebotando en la roca, y entonces — luciérnagas por todas partes. Como si alguien hubiera hecho agujeros en el cielo sobre nosotros. Nadie habló por un minuto; hasta Tom guardó silencio, lo que hizo que el momento se sintiera aún más grande.
Después de dos horas bajo tierra (que parecieron tanto más largas como más cortas), salimos a la luz del día parpadeando como topos. El té con galletas nunca supo tan bien — tal vez fue el alivio o simplemente estar mojados y cansados juntos en la cocina de alguien, pero parecía que nos conocíamos de mucho más que tres horas. De todas formas, a veces sigo pensando en esas luciérnagas cuando apago la luz en casa. No es lo mismo, claro.
La experiencia completa dura unas 3 horas, con alrededor de 2 horas dentro de las cuevas.
La edad mínima es 12 años; los menores de 15 deben ir acompañados por un adulto.
No necesitas equipo especial; todo el material y ropa abrigada te lo proporcionan.
No se permiten cámaras grandes ni trípodes; solo puedes llevar el móvil o cámaras pequeñas.
No incluye almuerzo, pero al final del tour te sirven té o café con galletas.
El grupo máximo es de 8 personas por tour.
No, no se menciona recogida en hotel; el punto de encuentro es en su oficina/casa cerca de Waitomo.
No, no es apto para personas mayores o con problemas de movilidad debido a los trepados y cruces de arroyos.
Tu día incluye todo el equipo de espeleología y ropa abrigada (para que no tengas que llevar nada especial), la guía de un experto local que conoce estas cuevas al detalle, fotos de la aventura que te enviarán por email, y al terminar, té o café con galletas caseras para compartir.
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