Recorre los viñedos y cervecerías de Queenstown con un conductor local que te guía entre catas, tablas de quesos y paseos por Arrowtown. Puedes elegir tu propio ritmo, ya sea disfrutando pinot noir en una cueva o viendo los jet boats en el río Shotover. Ambiente relajado, opciones de comida si no bebes y esa sensación de no tener prisa por ningún lado.
No esperaba reír tanto con desconocidos en un bus, pero así empezó nuestro tour de vino hop-on hop-off en Queenstown. Nuestro conductor, Pete (que parecía conocer todos los atajos y secretos de Central Otago), nos dio un mapa y nos dijo que no nos complicáramos con la ruta. “Solo sigue tu instinto”, nos sonrió. Y eso hicimos. La mañana estaba fresca y luminosa; se olía el aire del río mientras pasábamos junto al Shotover Jet — la gente gritaba de emoción mientras giraban sobre el agua. Casi me bajo ahí, pero el vino me llamaba.
La primera parada fue una microcervecería sobre el cañón, donde el aroma a lúpulo era fresco y herbáceo, nada que ver con las cervezas embotelladas de casa. Compartimos una tabla (el queso tan cremoso que casi se me escapa del tenedor) y debatimos si seríamos snobs del vino o mezclaríamos con cerveza. Lo mejor: sin presiones — el bus pasa cada 45 minutos, así que te vas cuando quieres. En Arrowtown me perdí por un antiguo sendero minero y me olvidé del tiempo explorando tiendas y viendo a un par de locales jugar en el césped junto al puesto de helados Ayrburn.
Más tarde, en Gibbston Valley Winery, entramos a su fresca cueva de vinos para las catas (el pinot noir tenía un sabor terroso que evocaba el otoño). Afuera, familias con niños corrían por el césped, parejas discutían suavemente qué botella llevar — gente haciendo lo suyo. Nuestro grupo se fue dispersando: unos a almorzar en Mora Artisan Kitchen (aún sueño con ese pastel de cordero), otros se animaron a un salto en bungee en el puente Kawarau. Yo me quedé tomando sol con mi copa, escuchando a alguien tocar la guitarra cerca.
El día se sintió como flotar entre escenas — a veces animadas, otras tranquilas. Si no bebes, hay muchas opciones de comida o incluso bolos; nadie juzga. Al final, mi móvil estaba lleno de fotos borrosas y había aprendido más de vinos de Otago de lo que esperaba (aunque seguro pronuncié mal todos los nombres). Lo repetiría sin duda — aunque la próxima vez probaré el jet boat en vez de solo oler el rocío desde la ventana del bus.
El bus pasa por cada parada aproximadamente cada 45 minutos.
No, el almuerzo no está incluido, pero hay muchos lugares para comer a lo largo de la ruta.
Algunos sitios piden reserva para almuerzos o grupos grandes; la mayoría de las catas son sin cita previa salvo que se indique.
Sí, hay muchas actividades sin alcohol como jet boating, bolos, tiendas y paradas para comer.
El tour incluye recogida en un punto céntrico de Queenstown en vehículo con aire acondicionado.
El grupo máximo es de 8 personas, salvo acuerdo previo.
Sí, los bebés deben ir en el regazo de un adulto y las familias son bienvenidas en casi todas las paradas.
No, la mayoría aceptan visitas sin reserva, salvo grupos grandes o eventos especiales que se indican por separado.
Tu día incluye transporte cómodo en vehículo con aire acondicionado y un conductor local experto que comparte historias durante el recorrido. Tendrás descuentos en bodegas y cervecerías seleccionadas en Queenstown, Gibbston Valley, Arrowtown y más — además de mapas para planear tu ruta entre catas y actividades y volver cuando quieras.
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