Disfruta vinos de Waiheke directamente en tres viñedos, comparte un almuerzo frente al mar con el sonido de las olas en Onetangi, y recorre la isla con un guía local que conoce cada atajo y historia. Saborea frescura (y risas) mientras exploras pueblos y valles—y te llevas mucho más que solo vino en la memoria.
Lo primero que notas al pisar la isla Waiheke es el aire — tiene esa mezcla salada y dulce, como la brisa marina entrelazada con flores silvestres. Nuestro guía, Pete, nos esperaba en el ferry y nos saludó como si fuéramos viejos amigos. Nos llevó directo a Cable Bay Vineyard para la primera cata. Normalmente no soy fan del Chardonnay, pero el suyo tenía un toque fresco que me recordó a manzanas verdes y sol. Pete nos contó que aquí las uvas reciben más viento que lluvia — “las hace fuertes,” dijo sonriendo. Intenté girar la copa como se debe, pero casi se me derrama en los zapatos (a nadie pareció importarle).
Al pasar por el pueblo de Oneroa parecía que cruzábamos un sueño — pequeñas tiendas pintadas de todos los tonos de azul y verde, gente saludando desde los porches. El almuerzo fue en un restaurante justo en la playa de Onetangi, a solo unos pasos de la arena. El menú fijo incluía una copa de vino (elegí rosado porque combinaba con el color del cielo). No esperaba que el pescado supiera tan fresco — quizá suene a cliché decir que se puede saborear el mar, pero en serio, lo sentí. Hubo un momento en que todos en la mesa nos quedamos en silencio, escuchando las olas y el tintinear de las copas. Fue genial.
Después del almuerzo nos adentramos en el valle de Onetangi para más catas — primero Stonyridge, escondido entre olivos y hileras de viñas casi perfectas. El Syrah tenía un toque picante que me sorprendió; uno del equipo bromeó diciendo que “despierta la lengua.” Luego probamos en Mudbrick Vineyard (o Te Motu si estaba lleno), con vistas hacia Auckland cruzando el agua. Me pillé varias veces mirando al mar en vez de escuchar lo que nuestro guía contaba sobre los ensamblajes de Burdeos. Perdón, Pete.
El trayecto entre viñedos es parte del encanto — ventanas abajo, sol en los brazos, Pete contando historias de la isla o leyendas maoríes que escuchó de niño. A veces captas detalles pequeños: alguien colgando ropa en el jardín, niños corriendo descalzos tras un perro. No es nada pretencioso; simplemente se siente auténtico. Cuando nos dejaron de nuevo en el ferry, no tenía ganas de irme. Aún pienso en ese rosado cada vez que escucho gaviotas.
Visitas tres viñedos diferentes para las catas durante el tour.
Sí, incluye un almuerzo con menú fijo y una copa de vino en un restaurante frente a la playa de Onetangi.
Sí, el transporte está incluido desde que te recogen en el ferry hasta que te dejan de vuelta.
Todas las catas en los tres viñedos están incluidas en tu reserva.
El tour no está recomendado para niños.
Sí, te acompaña un guía local experto durante todo el día.
El tour empieza con la recogida en el terminal de ferry de Waiheke y termina allí mismo para el regreso a Auckland.
El menú fijo suele incluir opciones vegetarianas; consulta directamente con el restaurante o el operador para detalles.
Tu día incluye recogida en el terminal de ferry de Waiheke, transporte entre todos los lugares con comentarios de un guía local, catas en tres viñedos diferentes (con variedades como rosado, Chardonnay y Syrah), y un almuerzo gourmet con menú fijo justo en la playa de Onetangi—incluyendo una copa de vino local—antes de dejarte de vuelta en el ferry para tu regreso.
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