Estarás a solo metros de los pingüinos azules salvajes mientras vuelven al anochecer en la Península de Otago, Dunedin. Escucha historias locales de guías conservacionistas, aprende sobre la historia maorí ligada a la tierra y observa otras especies bajo el cielo cambiante. No olvides tu cámara (sin flash), tu curiosidad y una chaqueta para el viento salado.
Ya estábamos a mitad del camino de grava cuando alguien detrás mío susurró, “¡Ahí!” y nuestro guía, Matt, sonrió. Nos había advertido que habláramos bajito — parece que a los pingüinos no les gustan los ruidos fuertes. El viento que soplaba desde la Península de Otago era salado y un poco cortante, pero la verdad apenas lo noté cuando esas pequeñas figuras azules empezaron a aparecer entre las rocas. Es curioso cómo se te olvidan las manos frías cuando ves a un pingüino azul caminar justo a tus pies.
Matt nos contó la historia maorí de este lugar — algo sobre antiguos asentamientos pa y cómo este promontorio siempre fue punto de llegada. Me gustó esa conexión. Señaló unas focas tumbadas en la arena como si fueran abrigos viejos, y yo intenté (sin éxito) ver algún albatros volando arriba. La clave aquí es “avistamiento de pingüinos azules,” pero no es solo marcar en una lista de fauna; se siente como ser parte de un ritual silencioso mientras vuelven del mar, uno tras otro, a veces en pequeños grupos que parecían casi organizados.
No esperaba estar tan cerca — estás a solo unos metros en estas plataformas abiertas, y sí, se puede sacar fotos (sin flash). Hubo un momento en que un pingüino se detuvo justo frente a nosotros y se sacudió, esparciendo gotitas por todos lados. Alguien a mi lado se rió bajito; fue contagioso. Aunque en invierno hay menos aves (quizá vimos unos 30), no se siente vacío. La luz se vuelve azul grisácea al caer la noche — difícil de explicar, pero a veces aún pienso en esa imagen.
Si estás pensando en reservar este tour nocturno de pingüinos desde Dunedin, lleva mejor una chaqueta impermeable en vez de paraguas (están prohibidos porque asustan a los pingüinos). Es una caminata corta con algunos escalones, pero nada complicado si tienes buen equilibrio. El personal de la reserva son expertos en conservación que realmente saben de lo que hablan; se nota que les importa más el bienestar de las aves que montar un espectáculo. Así que sí, nada llamativo — pero auténtico.
Según la temporada, puedes ver entre 10 y 200 pingüinos azules regresando del mar cada noche.
No, no incluye transporte; necesitas tu propio coche para llegar a la reserva.
Sí, está permitido tomar fotos, pero no se puede usar flash para proteger a los pingüinos.
Lleva una chaqueta impermeable en lugar de paraguas — no se permiten paraguas en la reserva.
La caminata es de unos 300 metros con más de 60 escalones en senderos de grava y pasarelas; es necesario poder caminar sin ayuda.
Sí, los guías cuentan historias sobre la importancia maorí del promontorio antes de comenzar el avistamiento.
No, solo incluye la entrada y el acceso guiado; no se ofrecen comidas.
Si se ven menos de cinco pingüinos, las reservas por Viator reciben un reembolso del 30%; las reservas directas pueden ofrecer más.
Tu noche incluye la entrada y acceso guiado a la mayor colonia de pingüinos azules de Nueva Zelanda en la Península de Otago, cerca de Dunedin. Expertos en conservación guían grupos pequeños por pasarelas para verlos de cerca al anochecer (puedes hacer fotos, pero sin flash). También escucharás relatos sobre la historia maorí de este lugar antes de regresar bajo el cielo nocturno.
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