Si quieres descubrir los templos más famosos de Nepal, ver rinocerontes en el Parque Nacional Chitwan, disfrutar amaneceres en el Himalaya desde Pokhara y alojarte en hoteles top, todo con guías locales que conocen cada atajo, este tour te regala momentos inolvidables.
Aterrizar en Katmandú fue como entrar en un museo vivo. El aire traía ese aroma familiar a incienso y polvo, esa sensación que solo notas al llegar. Nos reunimos en el Norbulinka Boutique Hotel, sin prisas, disfrutando de un té masala dulce en el lobby mientras compartíamos historias de viaje. El personal nos recibió con esas sonrisas cálidas y un “Namaste” que te hace sentir en casa al instante.
A la mañana siguiente salimos temprano hacia Swayambhunath, conocido como el Templo de los Monos por una buena razón. Los monos corrían entre banderas de oración mientras nuestro guía, Suman, nos contaba las leyendas detrás de la estupa. Se escuchaban campanas y veías a los locales girando ruedas de oración antes de empezar su día. Más tarde, en la Plaza Durbar de Patan, me perdí entre tallas de madera y callejones donde los vendedores ofrecían lámparas de latón y guirnaldas de cempasúchil. Pashupatinath fue otra experiencia: el aroma a sándalo de las cremaciones flotaba en el aire mientras sadhus pintados con ceniza se sentaban tranquilos junto al río. En la estupa de Boudhanath, palomas volaban sobre nuestras cabezas mientras los monjes cantaban en voz baja; nos unimos a los locales caminando en sentido horario alrededor de la cúpula para atraer suerte.
El viaje a Chitwan duró unas cuatro horas, tiempo suficiente para ver pasar los arrozales y niños saludando desde pequeños puestos de té al borde del camino. Rhino Land Jungle Lodge era sencillo pero acogedor; por la noche se oían los grillos a través de las mosquiteras abiertas. Esa tarde hicimos una caminata rápida por la selva, con senderos embarrados y pájaros cantando desde lo profundo de los árboles.
Las mañanas en Chitwan empiezan temprano, con la niebla baja cubriendo las praderas. Subimos a una canoa justo después del amanecer, el agua tan quieta que reflejaba todo, incluso los cocodrilos descansando en las orillas. El safari en jeep fue movido pero emocionante; vimos rinocerontes pastando entre la hierba alta y hasta un ciervo tímido escapando veloz. Al atardecer, todos nos reunimos en la orilla del río para un show cultural Tharu, con tambores resonando y bailarines girando palos encendidos bajo las estrellas.
El camino a Pokhara serpenteaba entre colinas terrazadas y pequeños pueblos que vendían naranjas frescas por kilo. Tras instalarnos en el Hotel Barahi (¡las camas son enormes!), tomamos un bote privado en el lago Phewa justo antes del anochecer, cuando el agua se volvió dorada y los picos del Annapurna aparecieron difusos entre las nubes. Allí solo se escuchaba algún chapoteo o el lejano sonido de una campana de templo.
Despertar antes del amanecer no es lo mío, pero Sarangkot valió la pena. Nos juntamos con otros viajeros en una terraza fría esperando la primera pincelada rosa sobre el Himalaya; un vendedor local me ofreció chai caliente en un vaso de papel mientras veíamos cómo la luz bajaba por las laderas del Machapuchare. Más tarde exploramos la cueva Mahendra (¡ojo con la cabeza!) y paseamos por el Museo Internacional de la Montaña en Pokhara, lleno de equipo antiguo y relatos de expediciones al Everest.
El último día fue un largo viaje de regreso a Katmandú (no olvides llevar snacks). Esa noche, en el Hotel Yak and Yeti, el primer cinco estrellas de la ciudad, celebramos con momos y dal bhat mientras músicos tocaban melodías tradicionales cerca. Fue un final perfecto: risas que resonaban en los altos techos y nuevos amigos compartiendo fotos antes de volver a casa.
¡Sí! El itinerario es ideal para todas las edades: hay asientos para bebés en los traslados, las actividades se adaptan al ritmo de cada uno y los hoteles son familiares.
Probablemente rinocerontes, ciervos, monos, cocodrilos, y si tienes suerte, algún oso perezoso o pavo real. Los guías saben dónde suelen estar los animales.
La mayoría de los desayunos están incluidos en los hoteles; las comidas y cenas varían según el día, pero tu guía te recomendará buenos lugares locales.
Hay algo de caminata en los sitios patrimoniales, pueblos y safaris, pero nada agotador a menos que busques más aventura. Un calzado cómodo es clave.
Tu estancia incluye habitaciones deluxe en hoteles boutique de Katmandú y Pokhara, además de lodges acogedores en la selva de Chitwan. Tours guiados por sitios UNESCO, transporte privado entre ciudades, safaris en canoa y jeep, paseo en bote por el lago Phewa, shows culturales y cena de despedida están incluidos.
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