Recorrerás jardines orgánicos en Finca La Carrodilla, probarás vinos mexicanos intensos en bodegas boutique con un conductor local que se encarga de todo, y si te animas, hasta podrás montar a caballo. Aire fresco, sabores auténticos, caras amables — y momentos que recordarás cada vez que descorches una botella nueva.
Con las manos firmes en el volante, nuestro conductor Luis nos saludó con una sonrisa antes de que terminara mi café — esa sonrisa tranquila que solo se tiene cuando vives cerca de viñedos. El camino saliendo de Ensenada estaba bañado en luz dorada y polvo, y por la ventana abierta se colaban aromas de salvia silvestre. Primera parada: Finca La Carrodilla. No soy mucho de jardines, pero al caminar entre hileras de jitomates y albahaca (y una cabra que me miraba los cordones), parecía más el patio trasero de alguien que una gran bodega. Luis señaló las gallinas picoteando bajo los higuerales — “comen mejor que yo,” bromeó.
No esperaba probar verduras en un lugar de vino, pero nos sirvieron unas zanahorias pequeñitas con sal de mar antes de catar su Syrah. El vino tenía un toque terroso, casi picante — o tal vez era el aire del jardín mezclándose. Luego fuimos a Viña de Frannes. El guía nos sirvió un vino rojo intenso y contó historias de cómo los vinos mexicanos por fin están ganando reconocimiento fuera de Baja. Intenté repetir el nombre de una uva en español; todos se rieron (con cariño). El sol subía y todo olía a cálido — como pasto seco y barricas viejas.
Monte Xanic fue después de la comida (que probablemente devoré rápido — pescado a la parrilla con mucho limón). Este lugar es más antiguo, más consolidado, pero igual de relajado. Nos sentamos en un muro bajo con vista a las vides mientras un perro paseaba entre las mesas buscando migajas. Honestamente, para entonces ya no sabía cuál copa era cuál, pero no de mala manera. Hay algo en Valle de Guadalupe que te hace bajar el ritmo sin darte cuenta.
Si quieres montar a caballo, lo organizan en un hotel boutique cercano — yo lo salté porque ya me temblaban las piernas por el vino, pero otra pareja regresó con sonrisas y cubiertos de polvo. De regreso, Luis nos repartió agua fría y nos contó de su taquería favorita en Ensenada (apunté el nombre pero ahora no encuentro la nota). A veces, cuando abro una botella en casa, vuelven esos aromas de jardín.
El tour incluye varias paradas en bodegas y suele durar casi todo el día.
Las catas se realizan en cada bodega; los costos pueden variar según el lugar.
Sí, contarás con un conductor privado durante toda la excursión.
El tour es apto para todas las edades; si es necesario, hay asientos para bebés.
El paseo a caballo es una actividad opcional con costo adicional.
No se incluye comida completa por defecto; algunas bodegas ofrecen bocados o snacks durante las catas.
El tour cuenta con transporte y conductor local; consulta con tu proveedor para opciones específicas de recogida.
Tu día incluye agua embotellada durante todo el recorrido y un conductor local privado que te llevará entre cada bodega en Valle de Guadalupe. Si quieres, puedes añadir el paseo a caballo por un costo extra para completar la experiencia.
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