Comienza tu día en el Ángel de la Independencia en CDMX y viaja con un grupo pequeño y guía local hacia las pirámides de Teotihuacan. Prueba pulque en talleres artesanales, recorre avenidas llenas de historia y aroma a copal, luego disfruta un almuerzo regional con música antes de regresar—una experiencia que queda contigo mucho después.
Desperté con la ciudad aún medio dormida y parpadeé al ver el Ángel de la Independencia brillando en la neblina matutina. Nuestra van llegó justo a tiempo—la verdad, ya agradecía el aire acondicionado. Éramos pocos, todos un poco tímidos al principio, pero Marisol, nuestra guía, rompió el hielo señalando a los vendedores ambulantes que empezaban a instalarse y bromeando sobre qué tamales valen la pena madrugar. El viaje fuera de la Ciudad de México duró más de lo que esperaba (quizá una hora), pero ver cómo la ciudad se quedaba atrás fue parte de la experiencia.
El aire cambió al acercarnos a Teotihuacan—más seco y lleno de sol. La primera parada fueron unos pequeños talleres artesanales donde nos mostraron cómo el maguey se transforma en pulque (probé un sorbo—dulce, con un toque terroso, nada que esperaba), y cuchillos de obsidiana que brillaban en azul-negro en la mano. Un señor me dejó sostener un pedazo y estaba más frío de lo que imaginaba. Compré un silbato en forma de jaguar que suena salvaje al soplar—Marisol se rió cuando intenté pronunciar “Teotihuacan” correctamente. Todavía no lo logro.
Caminar por la Calzada de los Muertos es otra cosa—te sientes pequeño, pero de buena manera. Nuestra guía explicó cómo la gente se reunía aquí para rituales; señaló grabados que yo habría pasado por alto. Sol sobre la piedra, niños corriendo adelante, alguien quemando copal cerca, dejando un humo dulce que flotaba por todos lados. No subimos hasta arriba (nos dijeron que ahora está cerrado), pero estar en la base y mirar hacia la Pirámide del Sol me hizo cosquillas en las piernas igual. El almuerzo fue en un lugar familiar cercano—tortillas hechas a mano, ensalada de nopales y un guiso de pollo picante que todavía me persigue (pero para bien). Había música también; no muy alta, justo para querer quedarse un rato más con la bebida.
El regreso fue más tranquilo—todos mirando por las ventanas o cabeceando. Hay algo en ver esas pirámides en persona que te hace replantear lo antiguo que es todo en casa. No sé si fue el calor o el estómago lleno, pero no dejaba de pensar en ese silbato en mi bolsa y en lo raro pero reconfortante que sonaba entre tanta piedra.
Está a aproximadamente una hora en coche desde el centro de CDMX hasta Teotihuacan.
No, el punto de encuentro es cerca del Ángel de la Independencia en Ciudad de México.
Sí, el costo de entrada a la zona arqueológica está incluido en el tour.
Sí, después de visitar Teotihuacan se incluye una comida tradicional local.
Aprenderás sobre el procesamiento del maguey, tallado de obsidiana, probarás bebidas típicas y podrás comprar recuerdos.
Se recorre la calzada principal y las bases de las pirámides; es apto para la mayoría de niveles físicos.
Sí, los bebés deben ir en el regazo de un adulto durante el transporte.
Sí, el área del Ángel de la Independencia cuenta con varias opciones de transporte público.
Tu día incluye transporte con aire acondicionado desde el punto de encuentro en el Ángel de la Independencia, agua embotellada para el camino, entradas a la zona arqueológica de Teotihuacan con guía local certificado que te llevará por la historia y talleres artesanales (con degustaciones), además de un almuerzo regional completo antes del regreso por la tarde.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?