Camina el Malecón de Puerto Vallarta con un guía local que conoce todos los atajos, detente junto a las aguas azules de Los Arcos, entra a la iglesia de Guadalupe donde la luz atraviesa vitrales y quizá prueba tequila directo de Jalisco. Risas, sorpresas y la sensación de no solo mirar, sino ser parte del lugar.
¿Alguna vez te has preguntado a qué huele Puerto Vallarta cuando no solo estás de paso? Lo primero que me sorprendió fue esa mezcla de brisa marina con el aroma delotes asados en un carrito callejero, justo cuando nuestro guía, Martín, nos llevaba por el Malecón. Parecía conocer a todos — o al menos eso sentí. Cada pocos pasos se detenía para saludar o soltar un chiste en español que apenas entendía. Los murales no son solo para turistas; un señor mayor dibujaba junto a la arena y nos miró como si fuéramos parte del lugar. Eso marcó el tono del día.
La siguiente parada fue la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe — las campanas resonaban sobre los adoquines, y el sol reflejaba en esos detalles dorados de arriba. Martín contó que las bodas aquí son toda una fiesta (guiño incluido), y nos señaló un rincón donde los locales dejan flores para la buena suerte. Toqué la piedra fresca, simplemente porque se sentía bien. La Zona Romántica cumplió con su nombre, pero no como esperaba; más bien es un lugar de risas compartidas con café que de cosas lujosas. Había una panadería con olor a canela… ojalá hubiera comprado algo.
Después nos fuimos hacia el sur, con las ventanas bajadas, pasando casas coloridas y bugambilias enredadas, hasta que apareció Los Arcos — esos arcos rocosos que emergen del agua azul como si los hubieran puesto ahí a propósito. Es más tranquilo de lo que imaginas; aunque había otras vans, el silencio solo se rompía con el aleteo de pelícanos. Alguien intentó sacar una foto grupal, pero todos estábamos entrecerrando los ojos por el sol y riéndonos tanto que poco importaba cómo saliera.
De regreso hubo una degustación de tequila (opcional, pero ¿por qué no probar?). Martín sirvió shots pequeños y contó que su tío aún lo hace en Jalisco — “no está a la venta,” dijo sonriendo. Intenté pronunciar “reposado” bien y él solo negó con la cabeza divertido. Para cerrar, tiempo libre para comprar recuerdos — sin presión, solo para pasear entre puestos con tazas pintadas a mano y bolsas bordadas. No dejaba de pensar en lo fácil que es sentirse en casa aquí si te das permiso de bajar el ritmo.
El tour suele cubrir los principales puntos en un día, aunque la duración exacta depende de las paradas y el ritmo.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos en la reserva.
El itinerario incluye el Malecón, la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, la Zona Romántica, Los Arcos, además de paradas para fotos y compras de souvenirs.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten cochecitos y los bebés pueden ir en brazos de un adulto.
Se ofrece agua embotellada; la degustación de tequila es opcional y no se incluye comida completa.
Los pasajeros de crucero pueden reservar este tour, pero deben proporcionar los datos del barco al reservar.
Combina transporte cómodo en van entre puntos clave con caminatas en lugares como el Malecón y la iglesia.
Tu día incluye recogida y regreso en hotel en una van privada con aire acondicionado y agua embotellada. Un guía conductor amable te acompaña en cada parada — desde paseos por la ciudad hasta vistas al mar — con una degustación opcional de tequila antes de regresar (y sí, también habrá tiempo para comprar souvenirs).
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