Camina por las montañas de la Huasteca en Monterrey con guías locales, trepa por senderos rocosos usando cables de seguridad y sube a miradores panorámicos antes de bajar en tres rápeles de unos 30 metros cada uno. Risas, sudor real y vistas que no olvidarás.
Ya estaba sudando antes de salir del estacionamiento — resulta que había olvidado mi botella de agua en la camioneta. Nuestro guía, Luis, solo sonrió y me pasó una extra. “La vas a necesitar,” dijo, y tenía razón. La primera parte de la caminata hacia Nido de los Aguiluchos se sintió más larga que los noventa minutos que marcaba el reloj (quizá solo fui yo), pero los acantilados de piedra caliza sobre Monterrey nos seguían atrayendo. Hubo momentos en que dudé si mis piernas aguantarían, pero alguien del grupo soltó un chiste sobre yoga para cabras y de repente todo se hizo más ligero.
Cuando llegamos a la parte de trepar — manos aferrándose a la roca áspera, polvo bajo las uñas — me di cuenta que esto no era un simple paseo. Luis nos enganchó a los cables de seguridad y nos enseñó a usar los arneses. Tenía esa habilidad de hacerte sentir capaz de todo, aunque las rodillas te temblaran. En un momento señaló un halcón que volaba en círculos arriba y nos dijo su nombre en español (intenté repetirlo y todos se rieron). Subir por esos peldaños metálicos fue extrañamente satisfactorio — acero frío contra palmas sudorosas, el eco de la respiración rebotando en la piedra.
A mitad de camino paramos para tomar agua y comer algo en una repisa con vista directa al valle de la Huasteca. Monterrey se extendía abajo, envuelto en neblina; recuerdo pensar lo pequeño que se veía todo desde ahí arriba. Alguien compartió mango seco (dulce y pegajoso) y nos quedamos en silencio un momento, solo el viento silbando alrededor. Después seguimos escalando — no voy a mentir, mis brazos ya estaban agotados — pero llegar a la cima se sintió como un saludo secreto con la montaña.
¿La bajada? Tres rápeles, cada uno de unos 30 metros. La primera caída me revolvió el estómago, pero después casi fue divertido — piernas apoyadas en la roca fría, la cuerda deslizándose por mis guantes. Al volver a la camioneta noté que mis manos seguían temblando un poco (¿adrenalina o alivio?), pero de buena manera. Hay algo en ver Monterrey desde tan alto que se queda contigo más tiempo del que esperas.
La caminata dura unos 90 minutos por tramo, más el tiempo para escalar y hacer rápel; calcula varias horas en total.
No, no se requiere experiencia; los guías te enseñan y proveen el equipo.
El tour incluye tres rápeles de aproximadamente 30 metros cada uno.
Incluye arnés, casco, equipo de escalada y material para rápel.
El tour incluye transporte ida y vuelta desde un punto de encuentro o recogida en hotel bajo solicitud.
No se recomienda para niños menores de 12 años ni para personas con lesiones en la columna o problemas cardiovasculares.
No incluye comida, pero normalmente se llevan snacks para las pausas durante la escalada.
Tu día incluye todas las entradas y impuestos, guías profesionales que conocen bien estas montañas, equipo completo de escalada (arneses, cascos) y transporte con aire acondicionado desde y hacia Monterrey para que solo te preocupes por la aventura.
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