Podrás probar el flyboard sobre las aguas cristalinas del Caribe con instructores amables que se aseguran de que todos logren volar—no se necesita experiencia previa. Es seguro, divertido y, sinceramente, se siente como nada que hayas probado antes.
Seré honesto: al principio estaba nervioso. De pie en el muelle, con el sol caribeño calentándome los hombros, escuchaba a un par de pelícanos peleando cerca. Nuestro instructor, Luis, nos entregó los cascos y nos dio una explicación rápida—nada muy técnica, justo lo suficiente para sentirte preparado. El equipo se sentía ajustado pero no pesado. Se percibía el aroma a protector solar y sal en el aire.
Cuando llegó mi turno, me metí al agua y sentí esa primera descarga cuando los jets se activaron. Es una locura: tus pies se levantan antes de que tu cerebro lo procese. Luis gritaba consejos desde la plataforma (“¡Dobla las rodillas! ¡Mira hacia adelante!”). Tras unos cuantos tambaleos, me encontré flotando sobre el agua turquesa, sonriendo como un tonto. Allí arriba hay un silencio extraño—solo el viento y las salpicaduras abajo. Los niños animaban desde la playa; hasta mi papá logró hacer un giro después de practicar un poco.
¡Sí! Los instructores están certificados y te guían en cada paso. La mayoría logra levantarse en el primer intento.
Usa traje de baño y lleva una toalla. Todo el equipo de seguridad se proporciona en el lugar.
¡Por supuesto! El flyboard es apto para la mayoría de las edades, siempre que puedan usar el equipo y se sientan cómodos en el agua.
Hay agua embotellada y refrescos disponibles durante la actividad.
Recibirás agua embotellada y refrescos mientras estés aquí. Todo el equipo de seguridad está incluido, además de la guía de instructores profesionales que conocen estas aguas a la perfección.
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