Recorre a caballo desde senderos del desierto hasta playas abiertas del Pacífico cerca de Cabo San Lucas con un guía local que conoce a cada caballo por su nombre. Siente la brisa marina, escucha historias en el camino y termina con una degustación de tequila en el rancho. Prepárate para momentos de asombro y, quizá, alguna risa si tu caballo tiene carácter.
No esperaba oler la sal en el aire antes de ver el mar. Íbamos por un camino polvoriento a las afueras de Cabo San Lucas, el sol ya alto, cuando el chofer sonrió y señaló una fila de caballos bajo unas palmeras secas. Los caballos parecían tranquilos—uno hasta movió una oreja como si supiera que estaba nervioso. Nuestro guía, Jorge, me pasó las riendas y dijo: “Este se llama Capricho. Es terco pero cariñoso.” Me reí y traté de pronunciar su nombre bien. No sé si lo logré.
Al principio cruzamos senderos secos del desierto que parecían en silencio, salvo por los cascos pisando la arena y la sombra de algún cactus alargándose sobre el camino. Jorge no paraba de contar historias—sobre cómo Mónica, la veterinaria, conoce a cada caballo de memoria, sobre las ballenas que a veces se ven desde la orilla si tienes suerte (nosotros no, pero yo seguía mirando las olas). El aire cambió al acercarnos a la playa—más fresco, con ese olor salado que se mezcla con todo. De repente se abrió ante nosotros: arena plana sin fin, agua azul salvaje golpeando en olas tan grandes que las sentías en el pecho.
Cabalamos justo en el borde donde la arena se vuelve dura y oscura. Capricho resoplaba cada vez que la espuma le tocaba la nariz; seguro yo también puse cara rara porque Jorge se rió y dijo: “A él le gusta más que a la mayoría.” Hubo un momento en que todo quedó en silencio—solo viento, respiración de caballos, el rugir del océano—y, honestamente, a veces todavía recuerdo esa vista cuando el ruido vuelve a casa.
De regreso en el rancho nos dieron vasitos de barro para una degustación de tequila (traté de no hacer mueca en el primer sorbo—sin garantías). Los niños corrían persiguiendo gallinas cerca de un patio con sombra mientras alguien explicaba cómo se hace cada botella. Todo se sentía con calma, ese ritmo que México sabe dar tan bien. Me fui con arena en los zapatos y pelo de caballo en la camisa—no cambiaría ni uno ni otro.
Sí, el transporte ida y vuelta está incluido con tu reserva.
Sí, todos los paseos son guiados por profesionales bilingües.
La edad mínima es 7 años y los niños deben ir acompañados por un adulto.
Vístete según el clima; se recomiendan zapatos cerrados y ropa cómoda porque el tour se realiza en cualquier condición.
La actividad es accesible para sillas de ruedas; bebés o niños pequeños pueden ir en cochecito si es necesario.
Se proporciona agua durante el paseo y al final hay una degustación de tequila.
No se recomienda para embarazadas ni personas con cirugías recientes o lesiones en la columna.
Es posible avistar ballenas jorobadas desde la orilla en temporada, pero no está garantizado.
Tu día incluye traslado ida y vuelta desde tu hotel en Cabo San Lucas, equipo de seguridad para montar, agua para mantenerte fresco bajo el sol de Baja, un guía profesional bilingüe que conoce a cada caballo personalmente, club infantil y servicio de niñera si lo necesitas, además de una degustación de tequila en el rancho antes de regresar.
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