Recorrerás pasos montañosos, explorarás kasbahs milenarios, caminarás por desfiladeros frescos y dormirás bajo estrellas saharianas—todo en tres días desde Marrakech hasta Merzouga. Si buscas el Marruecos auténtico más allá de las postales, esta es tu oportunidad.
Lo primero que noté al salir de Marrakech fue cómo cambiaba el aire: más fresco en las montañas del Atlas, con ese leve aroma a pino y tierra. Nuestro conductor, Hassan, nos contó sobre su infancia en un pueblo bereber mientras zigzagueábamos por el puerto de Tizi-n-Tichka. La carretera daba tantas vueltas que perdí la cuenta de las curvas cerradas. De vez en cuando, pasábamos junto a pequeños puestos en la carretera que vendían naranjas frescas o aceite de argán. Desde la cima, se veían valles salpicados de casas de barro aferradas a las laderas.
Paramos en Ait Benhaddou justo antes de la hora de comer. Caminar entre esos antiguos muros de adobe era como entrar en otro mundo: se percibe un murmullo tranquilo de la vida cotidiana mezclado con ecos de antiguos rodajes (Hassan nos señaló dónde filmaron Gladiator). El sol era intenso pero no abrasador; una mujer local vendía té de menta cerca de la entrada, y juro que sabía más dulce que en cualquier otro lugar.
Al caer la tarde, tras horas serpenteando por valles rocosos y viendo cabras encaramadas en lugares imposibles, llegamos al desfiladero de Dades. La casa de huéspedes tenía mantas gruesas y una vista sobre el lecho del río; por la noche, si dejabas la ventana abierta, podías escuchar el agua correr abajo.
La mañana siguiente empezó temprano. El desfiladero de Todra es otra cosa: sus paredes se elevan verticales a ambos lados, frescas y húmedas incluso cuando el resto de Marruecos se siente seco. Caminamos por el sendero junto al río; niños chapoteaban descalzos en pozas poco profundas mientras un anciano vendía dátiles desde un carrito desgastado. Al dirigirnos hacia Merzouga, se empieza a sentir cómo el desierto se acerca: las palmeras se vuelven escasas, la arena se mete por todas partes (incluso dentro de mis zapatos) y de repente no hay nada más que dunas delante.
Montar en camello al atardecer por Erg Chebbi es difícil de describir: simplemente hay que vivirlo. El silencio es profundo, salvo por el suave golpeteo de los cascos y alguna risa ocasional de nuestro guía Youssef. Al llegar al campamento, la cena nos esperaba: tagine bajo una lona iluminada por faroles. Más tarde, los locales tocaban tambores junto al fuego mientras contemplábamos cómo las estrellas se derramaban por el cielo, sin luces de ciudad a kilómetros.
En el último día, el amanecer nos despertó temprano: luz dorada sobre arena infinita. Tras el desayuno y un último paseo en camello de regreso al pueblo de Merzouga (mis piernas estaban cansadas pero felices), llegó la hora del largo viaje de vuelta. Hicimos una breve parada en la kasbah de Taourirt en Ouarzazate para hacer fotos; los locales saludaban al pasar. Ya por la tarde, el bullicio de Marrakech parecía de otro planeta comparado con la calma del desierto.
¡Sí! El ritmo es tranquilo y hay opciones para asientos infantiles en el vehículo. A los niños generalmente les encanta montar en camello y descubrir nuevos lugares durante el camino.
Los dos primeros días promedian entre 5 y 6 horas en carretera con paradas para visitar y comer. El último día es más largo, alrededor de 10 horas incluyendo descansos.
Lleva ropa por capas: puede hacer frío por la noche en el desierto aunque durante el día haga calor. Un calzado cómodo es imprescindible para caminar por desfiladeros o dunas de arena.
¡Sí! Solo avisa a tu guía con anticipación; la mayoría de las casas de huéspedes y campamentos pueden preparar platos vegetarianos como tagine de verduras o cuscús.
Esta excursión incluye transporte en vehículo con aire acondicionado, paseo en camello por las dunas de Erg Chebbi al atardecer, alojamiento nocturno (uno en una casa de huéspedes cerca del desfiladero de Dades y otro en un campamento en el desierto), además de desayuno y cena cada día. Los guías son locales, encantados de compartir historias o responder preguntas durante el trayecto.
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