Vive los contrastes de Casablanca: mármol imponente en la Mezquita Hassan II bajo tus pies, el bullicio y risas en los mercados de la Medina Vieja, y un té de menta con la brisa atlántica en La Corniche. Con recogida en hotel y un guía local que conoce todos los atajos —y seguro a cada tendero—, no solo verás lugares, vivirás momentos que se quedan contigo.
¿Alguna vez te has preguntado a qué huele realmente Casablanca? No la de las películas, sino la ciudad de verdad. Lo primero que noté fue la mezcla del salitre del Atlántico con un aroma dulce y ahumado cerca de La Corniche. Nuestro guía, Youssef, apareció justo en nuestro hotel (la recogida estaba incluida, lo que nos salvó de perdernos antes del desayuno). Tenía esa habilidad para contar historias entre atascos y llamadas a la oración, a veces parando en medio de la frase para saludar a alguien en la calle. Parecía conocer a medio Casablanca.
La Mezquita Hassan II aparece de repente: un momento esquivas motos y al siguiente estás frente a ese minarete altísimo. Nos quitamos los zapatos y caminamos sobre el mármol fresco mientras Youssef nos contaba que parte de la mezquita está construida sobre el mar. Intenté imaginar las oraciones resonando sobre las olas. Dentro, un silencio que te hace olvidar todo lo que hay afuera, algo que no esperaba.
Paseamos por la Plaza de las Naciones Unidas y luego nos adentramos en la Medina Vieja: callejones estrechos donde tienes que esquivar carritos llenos de naranjas o algún gato callejero (casi me tropiezo con uno). El aire se vuelve más denso: especias, cuero, pescado frito de algún puesto cercano. Youssef nos animó a regatear dátiles en un puesto; creo que pagué el doble, pero él dijo que eso era parte de la diversión. Aún recuerdo lo pegajosos que quedaron mis dedos.
Más tarde paramos en el barrio de Habous: librerías repletas de libros amarillentos y viejos tomando té de menta como si no tuvieran prisa. En La Corniche por fin nos sentamos a tomar un té, viendo a los niños jugar al fútbol en la arena mientras las gaviotas chillaban arriba. Nos trajeron pasteles espolvoreados con azúcar; probablemente comí de más, pero ¿quién cuenta en vacaciones? El tour terminó en nuestro hotel, pero mi cabeza seguía llena de colores y sonidos de las calles de Casablanca, difícil de olvidar.
El tour recorre la Mezquita Hassan II, la Medina Vieja, el barrio de Habous, la Plaza de las Naciones Unidas, la Plaza Mohammed V, la Iglesia de Notre Dame de Lourdes, el Mercado Central de Casablanca, la Basílica del Sagrado Corazón, Rick’s Café (parada para fotos) y La Corniche.
Sí, la recogida y regreso al hotel están incluidos para mayor comodidad.
Se recomienda vestir con modestia; las mujeres pueden necesitar cubrirse la cabeza dentro de sitios religiosos como la Mezquita Hassan II.
La Corniche está a unos 15–20 minutos en coche desde el centro, según el tráfico.
Se ofrece agua mineral embotellada; el té o snacks en cafés suelen ser por cuenta propia, salvo que el guía indique lo contrario.
Sí, los bebés pueden ir en cochecitos y hay asientos especiales disponibles; es adecuado para todos los niveles de condición física.
Tendrás tiempo para recorrer mercados como el barrio de Habous y el Mercado Central durante las paradas guiadas.
El tour incluye cobertura de seguro para que disfrutes con tranquilidad.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel para olvidarte de taxis o direcciones; agua mineral embotellada para mantenerte hidratado mientras recorres las medinas; vehículo con aire acondicionado y WiFi, además de un guía conductor multilingüe que comparte historias locales en cada parada; también incluye seguro para que vivas cada momento sin preocupaciones.
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