Camina por monasterios centenarios cerca de Pristina, prueba vinos locales servidos por sus productores en el valle de Rahovec, recorre senderos en las montañas de Prevalla y Rugova, y comparte momentos con gente que recuerda tanto la guerra como la paz. Este tour en grupo pequeño combina historia palpable con relatos que llevarás contigo mucho después de volver a casa.
Confieso que no sabía qué esperar cuando nuestro guía, Arben, llegó a recogerme frente al hotel en Pristina aquella primera mañana. Kosovo no es un destino del que se hable mucho, y probablemente por eso me apunté a este tour en grupo pequeño. La primera sorpresa real fue el Monasterio de Gračanica. Dentro, la luz era tenue y fresca, el aire impregnado de incienso y piedra antigua. Tuvimos que cubrirnos cabeza y hombros (yo luchaba con mi pañuelo), y los frescos — la verdad, me hubiera encantado tomar fotos, pero no se puede. Quizás es mejor así. Solo te quedas allí y dejas que tus ojos se adapten a siglos de historia plasmados en las paredes.
Más tarde ese día, paseamos entre las ruinas romanas de Ulpiana (¿quién diría que Kosovo tiene ruinas romanas?) y llegamos a Prizren justo cuando la luz de la tarde bañaba todo en dorado. Un río atraviesa la ciudad bajo puentes antiguos — locales apoyados en las barandillas charlando o vendiendo maíz tostado desde carritos. Arben nos señaló casas otomanas con sus balcones de madera; nos contó que algunas familias llevan generaciones viviendo allí. La comida fue por nuestra cuenta, pero nos dio recomendaciones para probar la flija — una especie de crepe con capas, ¿lo has probado? Yo sigo pensando en eso.
Los días se fueron mezclando: caminatas en Prevalla con aire fresco y verde, catas de vino directo de barricas en el valle de Rahovec (el bodeguero me sirvió una segunda copa cuando intenté brindar en albanés — no muy bien). El bazar de Gjakove era un bullicio de colores y sonidos, lleno de juegos de café de cobre y niños corriendo entre puestos. En el Monasterio de Decan conocimos a un monje que hace queso; no habló mucho, pero su sonrisa era contagiosa.
Lo más duro fue visitar Prekaz — ver los agujeros de bala en paredes que siguen en pie pesa. Nuestro guía no nos apuró; dejó que cada uno avanzara a su ritmo. Más tarde, en Peja, pasear por el bazar antiguo con el aroma a pan recién horneado que salía de las panaderías ayudó a aliviar esa sensación. Y luego el valle de Rugova — acantilados salvajes sobre nosotros, pueblos diminutos escondidos en pliegues verdes. Ese día llovió un poco, pero a nadie le importó.
Sigo pensando en lo joven que es Kosovo como país, pero en lo antiguo que se siente todo aquí — como si el tiempo se superpusiera en cada esquina o muro de monasterio. Si buscas un destino auténtico, sin filtros ni clichés, este tour de 7 días por Kosovo es... simplemente real.
Sí, la recogida y regreso al hotel en Pristina están incluidos.
El tour dura 7 días con pernoctaciones en varias ciudades.
Sí, todas las entradas a las atracciones mencionadas están cubiertas.
El desayuno está incluido todos los días; el almuerzo y la cena son por cuenta propia salvo que se indique lo contrario.
Sí, visitarás el Monasterio de Decan y la Patriarquía de Peja, ambos Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Sí, es apto para todos los niveles de forma física, aunque incluye algunas caminatas.
Habrá tiempo libre la mayoría de los días, especialmente alrededor del almuerzo o después de las visitas.
Un guía profesional acompañará al grupo durante todo el recorrido.
Tu semana incluye recogida y regreso al hotel en Pristina, transporte cómodo por Kosovo con impuestos de carretera incluidos, entradas a todos los sitios visitados (desde monasterios hasta cascadas), alojamiento con desayuno en hoteles 3 estrellas (habitaciones compartidas salvo que solicites individual), y un guía local experto que se encarga de la logística para que solo te preocupes por perderte en calles antiguas o probar vino directo de barrica.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?