Recorre los templos más emblemáticos de Kyoto: desde las vistas en Kiyomizu-dera hasta los guardianes silenciosos de Sanjusangen-do. Pasea por bosques de bambú y bajo los infinitos torii de Fushimi Inari. Disfruta un buffet japonés con vistas a Arashiyama y termina frente al reflejo dorado de Kinkaku-ji. Un día para sentir el pulso auténtico de Kyoto.
Todo empezó con un breve saludo en el bus: Yuki, nuestra guía, nos preguntó si habíamos dormido bien (yo no, el jet lag me ganó). Nos entregó unos mapas pequeños y sonrió cuando intenté decir “ohayou gozaimasu”. La primera parada fue el templo Kiyomizu-dera. La madera bajo mis pies se sentía fresca y suave, pulida por siglos de pasos. Un leve aroma a incienso flotaba en la veranda, y la vista de Kyoto era a la vez difusa y nítida. Me apoyé en la barandilla más tiempo del que pensaba, dejándome llevar por el momento.
En el templo Sanjusangen-do, Yuki nos contó sobre las mil y una estatuas de Kannon que alberga. Difícil explicar la sensación de verlas alineadas: silencio, pero no quietud, una mezcla de respeto y asombro. Alguien susurró detrás de mí “parecen vivas”, y la verdad es que lo parecían. Luego llegó el almuerzo en Arashiyama: un buffet con platos que aún me cuesta pronunciar (Li se rió cuando intenté decir “nasu dengaku”). Desde nuestra mesa veíamos el puente Togetsukyo, donde unos niños perseguían palomas junto al río. Apenas probé la sopa de miso, absorbido por la escena.
El Bosque de Bambú de Sagano fue más fresco de lo que esperaba—literalmente, como entrar en sombra tras una caminata bajo el sol. El sonido allí es suave y casi mágico; solo bambú rozando y voces bajitas sin darse cuenta. Después paseamos por los jardines del templo Tenryu-ji; las piedras cubiertas de musgo y el estanque antiguo me hicieron desear haber traído un cuaderno de dibujo en vez del móvil.
Imaginaba que Kinkaku-ji estaría lleno o sería demasiado llamativo, pero ver ese dorado reflejado en el agua dejó a todos en silencio por un momento. De regreso, pasamos por el castillo Nijo (solo lo vimos desde la ventana del bus) antes de llegar al santuario Fushimi Inari Taisha. Caminar bajo esos torii rojos mientras la luz de la tarde se colaba fue un momento que no puedo olvidar. No sé cuántas fotos tomé, pero ninguna captó realmente esa atmósfera. Mis piernas ya estaban cansadas, pero no quería apresurarme. A veces sigo pensando en esa luz.
El tour dura todo el día, visitando los principales lugares desde la mañana hasta la tarde.
Sí, si eliges la opción de almuerzo al reservar, disfrutarás de un buffet japonés en Arashiyama.
Visitarás el templo Kiyomizu-dera, Sanjusangen-do, el parque y bosque de bambú de Arashiyama, el templo Tenryu-ji, Kinkaku-ji (Pabellón Dorado), el castillo Nijo (desde fuera) y el santuario Fushimi Inari.
Sí, un guía profesional de habla inglesa acompaña el recorrido; además, hay audioguías multilingües disponibles a bordo.
Se camina bastante, con escaleras y cuestas en cada sitio; se recomienda tener una condición física moderada.
Las entradas a Kiyomizu-dera, Sanjusangen-do, Tenryu-ji y Kinkaku-ji están incluidas.
No, no hay recogida en hotel; los participantes se reúnen en un punto de salida designado para el bus.
El buffet ofrece opciones vegetarianas, aunque todos los invitados comparten la misma selección.
El día incluye transporte en bus entre los puntos clave de Kyoto con WiFi a bordo, entradas a templos como Kiyomizu-dera y Kinkaku-ji, guía local en inglés (más audioguías en varios idiomas) y, si eliges, un buffet japonés con vistas a Arashiyama. Todo para regresar antes de la noche a tu punto de partida.
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