Pedalea por calles tranquilas de Arashiyama con un guía local, pasea bajo bambús en Sagano, sube para ver monos salvajes en Iwatayama y disfruta de jardines y vistas al río. Una tarde de aventura suave, entre risas y silencios, que te queda para siempre después de dejar Kyoto.
Li me esperaba junto a las bicis cerca del puente Togetsu-kyo, sonriendo como si acabara de escuchar un buen chiste. Me dio un casco y me preguntó si alguna vez había pedaleado en el tráfico de Kyoto (“Tranquilo, aquí casi solo hay abuelas y niños,” me dijo). El río brillaba con esa luz de tarde que no es dorada, sino como un té plateado, y arrancamos. El aire olía a pino y a algo dulce que venía de un puesto de comida al otro lado de la calle. Intenté pronunciar “Arashiyama” bien; Li se rió y me dijo que no le diera tantas vueltas.
El camino nos llevó junto a pequeños santuarios escondidos entre casas de madera antiguas. En una parada, un anciano barriendo hojas nos saludó con un gesto tranquilo, ese silencio especial que a veces se siente en Japón. Al llegar al Bosque de Bambú, todo estaba más en calma de lo que esperaba. Lo que me atrapó fue el sonido: un golpeteo suave mientras el viento movía esos altos tallos verdes. Es difícil de explicar si no lo has vivido; se siente a la vez antiguo y fresco. Li señaló un lugar por donde caminaban los monjes hace siglos. Ya me dolían un poco las piernas, pero la verdad, no me importaba.
Guardamos las bicis y comenzamos la corta subida al monte Iwatayama para llegar al parque de monos (unos 20 minutos, aunque mis pulmones parecían llevar más tiempo). Adelante, familias reían mientras sus hijos intentaban imitar los gritos de los monos. Arriba, los monos estaban por todas partes; algunos se atrevían a mirarte fijamente, otros ni nos prestaban atención. La vista de Kyoto me sorprendió; se veían tejados hasta el infinito con montañas al fondo. Aún recuerdo ese paisaje en las mañanas frías de casa.
De bajada paramos en los jardines del templo Tenryuji: piedras cubiertas de musgo, carpas koi nadando en aguas oscuras, todo tan cuidado que parecía casual. Terminamos cruzando de nuevo el puente Togetsu-kyo mientras caía el crepúsculo. Las piernas cansadas, pero la mente despejada, esa sensación que solo el viaje sabe regalar… ¿sabes?
El tour es por la tarde con varias paradas; calcula unas 3-4 horas en total.
Sí, los participantes deben tener al menos 10 años para este tour.
Sí, la bicicleta y el casco están incluidos en la reserva.
Las entradas están incluidas en el precio del tour.
No incluye comidas; se proporciona agua embotellada.
Se recomienda tener condición moderada, ya que hay ciclismo y una caminata corta.
Este tour es para mayores de 10 años, pero hay una versión familiar para niños más pequeños.
Las e-bikes se pueden solicitar con antelación por un costo extra.
Tu tarde incluye bicicleta y casco, agua embotellada para mantenerte hidratado, todas las entradas (incluido el Parque de Monos Iwatayama) y la guía de un local bilingüe que conoce estas calles de Kyoto mejor que Google Maps.
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