Te meterás en un Fiat 500 vintage y recorrerás rincones secretos de Roma: desde pasar rugiendo junto al Coliseo hasta tomar un espresso con locales y mirar por la Cerradura del Aventino. Risas, miradas curiosas de romanos y historias que recordarás cada vez que veas un Fiat antiguo.
Nunca imaginé que conduciría un coche más pequeño que mi maleta, pero ahí estábamos, mi pareja y yo apretujados en este Fiat 500 rojo brillante, con el motor ronroneando como una vieja Vespa. Nuestro guía Marco ya había bromeado con eso de “ser romano por tres horas” y nos entregó las llaves con una sonrisa. Los primeros minutos fueron de nervios totales (cambio manual y tráfico romano no es para cualquiera), pero en cuanto arrancamos por esos callejones junto al Coliseo, fue imposible no sonreír. Los locales saludaban o nos sacaban fotos; un señor mayor incluso gritó “¡Bella macchina!” al pasar. Ahí entendí que esto no era solo turismo, era casi una obra de arte en movimiento.
La ruta nos llevó por lugares que solo había visto en libros: el Circo Máximo, las Termas de Caracalla (que son enormes, por cierto; casi puedes oír ecos si bajas la ventana). En un momento, Marco nos paró para un espresso, de pie en un bar con ese aroma intenso de café mezclado con el olor a escape y azahar que venía de algún lado. También paramos en la Cerradura del Aventino; no esperaba mucho, pero asomarme y ver la cúpula de San Pedro perfectamente encuadrada fue sorprendentemente emotivo. Mi pareja intentó hacerse un selfie con el coche y los dos, no salió bien, pero nos reímos tanto que la gente nos miraba.
Subir hasta el Piazzale Giuseppe Garibaldi para esa vista panorámica todavía me viene a la mente. Roma parecía infinita desde allí, cúpulas y tejados extendiéndose bajo ese sol difuso. Todo el tour fue como viajar en el tiempo: un minuto esquivando Vespas en Trastevere, al siguiente sobre los adoquines milenarios de la Vía Apia con los dientes vibrando (¿en el buen sentido?). No había guion ni prisa; Marco contaba historias de emperadores y romanos modernos a la vez, a veces parando en seco porque veía algo que quería que viéramos: un artista callejero aquí, un gato sobre una vasija rota allá.
Si tienes aunque sea un poco de nostalgia o simplemente quieres ver Roma desde un volante diminuto en vez de detrás de un cristal, esta excursión vale cada cambio de marcha torpe. Seguro que arruinas un poco el italiano en el camino—yo lo hice—pero eso lo hace aún mejor.
Sí, los conductores deben sentirse cómodos con transmisión manual; no hay opción automática.
No, no se menciona recogida; los participantes se encuentran en el punto de inicio en Roma.
Niños a partir de 5 años pueden participar; los bebés deben ir en el regazo de un adulto. Edad mínima para conducir: 18 años con licencia válida.
Pasarás por el Coliseo, Circo Máximo, Termas de Caracalla, Cerradura del Aventino/Jardín de Naranjos, Trastevere, Vía Apia y más.
La experiencia dura alrededor de tres horas en total.
No incluye comida; pero se ofrece un espresso o cappuccino por persona durante una parada.
Este tour no es apto para pasajeros que pesen más de 100 kg (220 lbs) o midan más de 1.9 metros (6.2 pies).
Sí, los animales de servicio están permitidos en este tour.
Tu día incluye el uso de un Fiat 500 clásico (cambio manual), guía local profesional durante todo el recorrido por los monumentos y rincones ocultos de Roma, sesión de fotos con tu cámara o móvil, y una pausa para espresso o cappuccino antes de regresar al punto de partida.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?