Te sumergirás en el mundo de fuego y color de Murano: primero aprendes los movimientos básicos con las manos, luego moldeas vidrio fundido junto a maestros en un horno real. Prepárate para el calor, las risas y quizás manos temblorosas mientras creas tu propio cuenco o jarrón (con opción de recogida o envío). Una experiencia que queda para siempre.
Lo primero que noté fue el sonido: un susurro bajo del horno, como una respiración constante pero demasiado caliente para acercarse. Acabábamos de llegar desde los canales de Murano, con los zapatos chirriando un poco sobre el suelo antiguo. Nuestro guía, Paolo, nos entregó unas gafas de seguridad gruesas y sonrió al verme nervioso. “Vas a sudar,” dijo con su inglés marcado por el acento italiano. No bromeaba. El calor me golpeó de inmediato, no era miedo, sino como entrar de golpe en pleno verano.
No esperaba que empezáramos sin tocar el vidrio. Paolo nos hizo practicar girar una varilla de hierro en el aire, imitando movimientos mientras él observaba nuestras manos. Al principio me pareció un poco ridículo (pensaba demasiado), pero luego mostró cómo un pequeño temblor puede arruinarlo todo cuando trabajas con vidrio fundido. Sus movimientos eran tan fluidos que se notaba que llevaba miles de horas haciéndolo. En un rincón, otro artesano estaba creando algo para clientes reales; traté de no mirar demasiado, pero era imposible.
Cuando por fin pasamos al vidrio de verdad, mi corazón empezó a latir fuerte. El vidrio parecía miel, pero más brillante y casi vivo en la punta de la varilla. Paolo estaba cerca mientras yo rodaba y soplaba por el tubo (mis mejillas se inflaron tanto que se rió). Hice algo parecido a un cuenco que quedó un poco torcido, pero me dijo que eso es parte del encanto: “No hay dos piezas iguales.” Mis manos temblaban un poco por el esfuerzo y el calor; aún recuerdo lo áspera que se sentía la manga que me protegía el brazo para no quemarme.
No puedes llevarte la pieza al momento; deben dejarla enfriar toda la noche o enviarla si te vas pronto (yo la dejé para recogerla después). Salir al aire fresco fue un alivio tan grande que hasta paré a tomar un helado antes de volver a Venecia. Y cada vez que veo vidrio de colores al sol, me acuerdo de ese brillo dentro del taller y de la voz de Paolo diciéndonos que no hay que apurarse.
Sí, es una clase pensada para quienes no tienen experiencia previa en soplado de vidrio.
Tu pieza debe enfriarse toda la noche; puedes recogerla al día siguiente o pedir que te la envíen (el envío no está incluido).
Sí, hay opciones de transporte público cerca en la isla de Murano.
Debes usar zapatos cerrados y evitar ropa sintética por seguridad y el calor.
No se recomienda para personas embarazadas, con lesiones en la columna o problemas cardiovasculares.
Sí, estarás acompañado por maestros vidrieros locales durante toda la clase.
La actividad es exigente físicamente; solo se recomienda para personas con buena condición física. No hay límite de edad específico.
Sí, incluyen agua para mantenerte hidratado durante la clase.
Tu experiencia en Murano incluye gafas de seguridad, agua para hidratarte bajo el calor, una manga para proteger tu brazo de quemaduras y mucha guía de maestros locales mientras moldeas tu propia pieza antes de salir.
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