Pedalea en e-bike desde la plaza principal de Montepulciano por caminos entre viñedos, probando vinos Rosso y Nobile en dos bodegas familiares con historias tan ricas como sus tintos. Risas por italianos mal pronunciados, pan con aceite de oliva y vistas que invitan a bajar el ritmo, todo con guía local y horarios flexibles.
No esperaba que lo primero que me llamara la atención en Montepulciano fuera el aroma — como piedra mojada y hierbas silvestres después de la lluvia de la noche anterior. Nuestro guía, Luca, me pasó un casco y sonrió cuando me trabé con los controles de la e-bike. “Tranquilo, la bici hace la mitad del trabajo,” me dijo. Empezamos justo desde la Piazza Grande, que ya vibraba con los locales preparando el mercado. Las ruedas gruesas crujían sobre la grava mientras dejábamos el pueblo atrás, con viñedos extendiéndose en todas direcciones. Me paraba a mirar el horizonte — esas torres parecen flotar sobre las vides.
La ruta sigue lo que llaman la carretera del vino Nobile. Hay un momento en que pasas junto a una hilera de cipreses y de repente aparece San Biagio abajo — esa iglesia se asienta en un mar verde, indiferente a turistas como yo que la miran desde sus bicicletas. En la primera bodega (Boscarelli, creo), conocimos a Marta, que nos sirvió tres tintos mientras contaba historias de su abuelo escondiendo barricas durante la guerra. El vino tenía un toque a cereza polvorienta; tal vez era el aire o tal vez los ocho vinos de Montepulciano antes de comer ya hacían efecto.
Intenté pronunciar “Vino Nobile di Montepulciano” y fracasé estrepitosamente — Marta se rió y me corrigió con cariño. Había pan con aceite de oliva tan fresco que casi picaba. Después seguimos pedaleando entre un mosaico de campos hasta la segunda parada (Salcheto), donde todo se sentía más tranquilo, aunque había más gente. Quizá era yo bajando el ritmo — salió el sol y calentó mis brazos a través de la chaqueta. El día fue fácil pero nada perezoso; pedaleas sin sudar a menos que quieras competir cuesta arriba (yo no lo hice).
Al final de la tarde volvimos hacia el pueblo con manchas de jugo de uva en la camiseta (sin arrepentimientos) y el móvil lleno de fotos que no logran captar lo abierto y amplio que se siente todo aquí. Luca nos despidió en la tienda recordándonos que revisáramos la app GPS para más rutas si queríamos seguir explorando por nuestra cuenta. Sigo pensando en ese tramo cerca de San Biagio — hay algo en la luz dorada sobre la piedra antigua que invita a quedarse un rato más de lo previsto.
El tour suele empezar sobre las 10:30 am, pero el horario puede variar según la disponibilidad de las bodegas o tus necesidades; dura varias horas incluyendo las catas.
Sí, se visitan dos bodegas con catas de hasta ocho vinos diferentes de Montepulciano.
Se ofrecen opciones de almuerzo antes de la fecha del tour; los detalles se confirman tras la reserva.
Es recomendable saber montar en bici por caminos de tierra con cuestas; se recomienda una condición física moderada.
Incluye alquiler de e-bike, casco, mochila, candado, asistencia en furgoneta, dos catas en bodegas, acceso a app GPS y todas las actividades programadas.
La ruta empieza en la Piazza Grande, en el centro de Montepulciano.
No incluye recogida en hotel, pero hay aparcamiento gratuito cerca si llegas en coche.
Se visitan dos bodegas seleccionadas entre socios como Boscarelli, Canneto, Molinaccio o Salcheto según disponibilidad.
Tu día incluye alquiler de e-bike con ruedas anchas, casco y mochila, dos visitas guiadas a bodegas con catas de hasta ocho vinos de Montepulciano (Rosso y Nobile), uso de app GPS para guiarte por las rutas entre viñedos desde Piazza Grande, asistencia en furgoneta si hace falta y opciones de almuerzo organizadas según tus preferencias.
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