Camina por los cráteres salvajes y campos de lava del Monte Etna con un guía local que conoce cada historia detrás de esas cicatrices. Explora una cueva volcánica real (casco incluido), contempla las vistas del Valle del Bove y relájate en una granja tradicional siciliana con degustación de quesos y vinos antes de regresar — una experiencia que no se olvida.
— ¿Lo oyes? — dijo nuestro guía Marco, deteniéndose mientras pisábamos el gravilla negra. Me paré a escuchar: solo se oía el viento y un extraño eco metálico al caminar. Salimos de Catania justo después del amanecer, aún medio dormidos, y ahora el aire a casi 2000 metros se sentía fresco y punzante en los pulmones. Hay algo en ver el Monte Etna de cerca que te hace sentir que está vivo, no solo humo a lo lejos, sino esas cicatrices infinitas de erupciones pasadas, pinos retorcidos aferrados al borde de los cráteres. Pensaba que ya había visto todos los tonos de negro posibles.
Marco conocía cada curva del sendero; nos señalaba dónde la lava había bajado hace décadas y dónde ya asomaban nuevos brotes. — Este es del 91 — dijo, golpeando una roca con la bota. Nos dio cascos antes de meternos en una cueva volcánica (confieso que dudé; olía a piedra húmeda y algo quemado). Dentro estaba fresco y oscuro — mi móvil no captó nada — pero la linterna de Marco iluminaba pequeños destellos en las paredes rocosas. Contó historias de pastores que guardaban queso en estos tubos para mantenerlo fresco. Traté de imaginarlo: silencio, solo tu respiración.
Más tarde estuvimos al borde del Valle del Bove, mirando ese enorme cuenco tallado por erupciones. Las nubes se movían y a veces un rayo de sol iluminaba un parche verde allá abajo, una belleza extraña. Mis botas ya estaban llenas de polvo, pero no me importaba; era como estar parado sobre la historia viva. Después de tanto caminar (y tropezar con más de una raíz), terminamos en una pequeña granja siciliana cerca de las laderas del volcán. El dueño nos sirvió vino con manos moradas por la vendimia — se rió cuando intenté pronunciar “pecorino” bien. El queso sabía dulce y salado después de tanto aire de montaña.
Cuando vuelvo a casa, atrapado en el tráfico, sigo pensando en esa vista desde el borde del cráter: todo tan pequeño allá abajo, el silencio que duró un segundo antes de que alguien soltara otro chiste sobre nuestros zapatos embarrados. Si te pica la curiosidad por el Etna o solo quieres comer buen queso después de caminar por paisajes lunares con un guía local que ama este lugar… bueno, eso es todo.
Es una excursión de medio día que empieza por la mañana y termina al mediodía o primeras horas de la tarde.
La descripción no menciona recogida en hotel; consulta con tu guía al reservar para opciones disponibles.
Usa calzado resistente o botas de montaña y lleva ropa por capas, ya que el clima puede cambiar rápido a 2000 metros.
Sí, se admiten bebés y niños; se pueden usar cochecitos y hay asientos para bebés disponibles.
Se recorren cráteres extintos y campos de lava; para entrar al Cráter Silvestri se necesita un ticket extra si quieres.
Disfrutarás de degustaciones de productos locales y vinos en una granja tradicional siciliana durante el tour.
Te proporcionan casco para la cueva y bastones de senderismo si los necesitas; todo con guía certificado.
La ruta es apta para todos los niveles físicos, pero no se recomienda para personas con problemas cardiovasculares.
Por la mañana te darán bastones, casco y luz para explorar las cuevas volcánicas, además de la guía experta certificada que te acompañará durante todo el trekking por los cráteres y bosques del Monte Etna. Al final, visitarás una granja tradicional cerca del volcán para probar quesos y vinos locales antes de regresar juntos al pueblo.
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