Únete a un grupo pequeño en Milán para ver La Última Cena de Da Vinci con un guía local que hace que la historia cobre vida. La entrada sin colas evita esperas, y tras un paseo tranquilo por la ciudad descubrirás los frescos escondidos de la iglesia de San Maurizio — momentos que recordarás mucho después de irte de Milán.
“Sabes, Leonardo siempre llegaba tarde,” nos contó nuestro guía Marco, sonriendo mientras nos señalaba la entrada a Santa Maria delle Grazie. Me cayó bien al instante — tenía ese aire milanés de tomar la historia con calma, como si fuera parte del barrio. La mañana estaba fresca y en la calle se olía un leve aroma a espresso y lluvia sobre la piedra. Nos juntamos en un grupo pequeño, escuchando a Marco explicar por qué el Duque de Milán deseaba tanto esta pintura. Ya había leído sobre La Última Cena, pero escucharlo aquí — a pocos pasos de donde Leonardo realmente trabajó — se sentía distinto.
Las entradas sin colas fueron clave; a las 9 de la mañana ya había grupos formándose. Dentro, todo se volvió silencio. Solo tienes quince minutos frente a La Última Cena, parece poco hasta que estás ahí y el tiempo se estira sin darte cuenta. Marco señaló detalles que nunca había notado (la sal derramada junto al codo de Judas — algo muy importante en aquella época). Los colores se veían más suaves de lo que esperaba, casi fundidos con la pared. Alguien detrás de mí susurró un “wow”. No era solo la pintura; era estar juntos en esa sala en silencio, con todos los ojos fijos en algo tan antiguo y delicado.
Después, entramos al pequeño jardín del claustro detrás de la iglesia — sinceramente, podría haberme quedado más tiempo viendo a las palomas saltar entre las macetas. Pero seguimos caminando por las calles más tranquilas de Milán hasta San Maurizio al Monastero Maggiore. Por fuera parece sencilla, pero por dentro las paredes están cubiertas de frescos renacentistas impresionantes — azules y dorados por todos lados. Marco nos habló de Bernardino Luini (yo no lo conocía), que a veces trabajaba con Leonardo. Hubo un momento en que un rayo de sol iluminó una esquina y el color pareció brillar; todavía lo recuerdo.
El tour dura aproximadamente 1.5 horas en total.
Sí, incluye entradas sin colas para La Última Cena de Da Vinci.
Se visitan Santa Maria delle Grazie (para La Última Cena), su claustro y la iglesia de San Maurizio al Monastero Maggiore.
Está a unos 15 minutos caminando.
Sí, el tour es accesible para sillas de ruedas.
Si San Maurizio está cerrada inesperadamente, visitarás el Castillo Sforza en su lugar.
No, hay que dejar el equipaje y mochilas grandes antes de entrar.
Tu experiencia incluye entrada sin colas a La Última Cena de Da Vinci con un guía local experto que te llevará en grupo pequeño por Santa Maria delle Grazie y su claustro, para luego caminar juntos hasta la iglesia de San Maurizio (o al Castillo Sforza si es necesario). Todas las entradas necesarias están incluidas.
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