Sentirás la sal en la piel mientras nadas en las piscinas turquesas de Budelli, pruebas pasta sencilla en Santa Maria tras pasear por un viejo monasterio, flotas en las calas salvajes de Spargi y terminas el día paseando por el pueblo de La Maddalena con un helado en mano. Cuatro paradas que parecen mundos aparte.
Lo primero que sentí al subir al Lady Luna 2 en Palau fue ese aroma a crema solar mezclado con el aire salado — todos medio despiertos, gafas de sol puestas, con una emoción tranquila. Nuestro guía (creo que se llamaba Marco) nos recibió con esa calidez sarda tan natural, soltando un chiste sobre “turistas que se ponen rojos antes que la arena de Budelli”. Partimos por la costa justo después de las diez, pasando Punta Sardegna y Porto Faro. El mar tenía ese azul irreal que ves en postales y no terminas de creer hasta que estás ahí. Corría brisa pero no hacía frío — el pelo alborotado, risas de una familia detrás cuando alguien perdió el sombrero con el viento.
La primera parada para nadar en las llamadas “piscinas naturales” de Budelli fue casi de otro mundo. El agua se sentía más suave de lo que esperaba — fría al principio, luego perfecta. Hay una plataforma en la popa para entrar sin líos. Floté un rato mirando cómo la luz jugaba bajo la superficie. Alguien quiso señalar la playa Cavaliere pero yo estaba demasiado entretenido sonriendo sin razón. Más tarde, en la isla Santa Maria, subimos hacia el antiguo monasterio (ahora vacío), pasando casas que solo despiertan en verano. El almuerzo fue pasta sencilla con salsa de gambas — nada sofisticado, pero después de nadar supo a gloria. Marco me picó por pedir una ensalada Caprese y luego robar bocados de la pasta del vecino.
Había oído hablar de la Playa Rosa desde siempre, pero no sabía que ya no se puede bajar — está protegida porque la gente se llevaba arena (¿quién hace eso?). Nos acercamos lo suficiente para ver su tono pálido y Marco explicó que su color viene de unos organismos diminutos que viven en la posidonia. Sonaba orgulloso pero también un poco triste por los cambios. Después llegamos a la isla Spargi — más salvaje, con rocas moldeadas por el viento y arena blanca y suave. Tuvimos tiempo para nadar otra vez o simplemente caminar por senderos rodeados de antiguos fuertes militares que casi nadie menciona.
El último tramo nos llevó al pueblo de La Maddalena. Las calles estaban animadas incluso a media tarde — tiendas abiertas, niños corriendo entre puestos de helados, campanas de iglesia sonando a lo lejos. Me senté en un banco, saboreando un helado de pistacho y mirando los barcos mecerse en el puerto. Fue entonces cuando me di cuenta de que cada parada tenía su propio encanto: calas tranquilas, costas salvajes, y ese pequeño estallido de vida isleña para cerrar el día. Sigo pensando en la vista desde la carretera panorámica que rodea La Maddalena — rocas de granito doradas bajo el sol de la tarde, el verde de la macchia rozando el borde.
La excursión comienza a las 10:30 desde Palau y tiene cuatro paradas principales en varias islas antes de regresar por la tarde.
Se puede nadar en Budelli (Piscinas de Budelli), isla Santa Maria y isla Spargi; en Playa Rosa no está permitido por ser zona protegida.
El almuerzo no está incluido, pero puedes comprar pasta con salsa de gambas u otros platos a bordo tras nadar en Santa Maria.
Sí, hay un baño disponible a bordo durante todo el día.
El barco sale desde la estación marítima de Palau (embarque número 4) cerca del puerto de ferris.
Sí, pueden participar bebés y niños pequeños; se permiten carritos y es apto para todos los niveles físicos.
Sí, se permiten animales de servicio durante la excursión.
Sí, una de las paradas incluye tiempo para explorar el centro de La Maddalena antes de regresar.
Tu día incluye embarque en el puerto de Palau con check-in sobre las 9:45, cuatro paradas panorámicas en Budelli (con baño), Santa Maria (baño y almuerzo opcional), Spargi (playa o senderos), más tiempo libre en el pueblo de La Maddalena antes de volver; hay baño a bordo y las propinas están incluidas.
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