Camina entre continentes en Thingvellir, prueba helado fresco directo de una granja islandesa, observa geysers en erupción y siente el rocío de la catarata Gullfoss en tu cara. Almuerza en un cálido invernadero de tomates antes de terminar el día contemplando el cráter volcánico Kerid, todo acompañado de historias locales.
Lo primero que recuerdo fue el viento — cortante y un poco salvaje — cuando bajamos en Thingvellir. Nuestra guía, Sigrún, señaló la profunda grieta en la tierra donde dos continentes se están separando. Nos contó historias de antiguas reuniones aquí, su voz mezclándose con el sonido lejano del agua moviéndose bajo el suelo congelado. Hay algo especial en estar donde la gente ha debatido y tomado decisiones por más de mil años, te hace sentir pequeño pero a la vez conectado. Miraba mis botas, esperando ver vapor salir de las grietas (no pasó), pero sí había un olor a tierra — musgo, piedra y aire frío.
Más tarde, en la granja láctea Efstidalur, probamos un helado que sabía a leche de verdad (nada que ver con los del supermercado). Las vacas nos miraban a través de los ventanales mientras comíamos. Alguien del grupo intentó hacer “mu” para responderles — fue más divertido de lo que debería. Luego llegó Geysir. Primero lo oyes: burbujeos, siseos, y de repente Strokkur lanza agua al cielo y todos saltan o se ríen o las dos cosas. Me llegó un poco de olor a azufre, pero no me molestó; es parte de la experiencia.
Creo que lo que más me sorprendió fue Gullfoss — no por lo grande (que lo es), sino por lo cerca que puedes estar del agua cayendo con fuerza. El rocío me empapó la manga cuando me incliné para verlo mejor. Almorzamos dentro de un invernadero en la granja de tomates Friðheimar (¡calorcito por fin!). Los tomates tenían un sabor dulce y alguien pidió cerveza de tomate que… bueno, todavía no sé qué pensar de eso. Afuera conocimos a caballos islandeses; sus crines volaban con el viento y uno se acercó a rozar mi mano — más suave de lo que esperaba.
La última parada fue el cráter Kerid. Los colores eran increíbles: tierra roja contra el agua azul verdosa abajo. Aquí todo estaba más tranquilo; la gente simplemente miraba o sacaba fotos en silencio. De regreso a Reikiavik, Sigrún puso canciones islandesas antiguas en la radio y siguió contando historias hasta que algunos nos quedamos dormidos viendo el paisaje pasar. Sigo pensando en ese silencio en Kerid — ¿sabes cuando todos se quedan callados sin razón? Eso me quedó grabado.
La excursión de día completo dura unas 8 horas incluyendo paradas y traslados.
El almuerzo no está incluido, pero hay tiempo para comer en el restaurante del invernadero de la granja de tomates Friðheimar durante el tour.
Sí, el tour incluye recogida y regreso al hotel en Reikiavik.
Visitarás Thingvellir, la granja láctea Efstidalur, la zona geotérmica Geysir, la catarata Gullfoss, la granja de tomates Friðheimar y el cráter Kerid.
Los niños pueden participar si van acompañados por un adulto; no se recomienda para bebés menores de 4 años por la duración.
Sí, en la granja de tomates Friðheimar puedes conocer y tocar caballos islandeses brevemente.
Vístete con ropa de abrigo en capas, ya que el clima cambia rápido; se recomienda chaqueta impermeable y calzado cómodo y resistente.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Reikiavik, WiFi en el vehículo para compartir fotos al instante, entradas a todos los sitios del Círculo Dorado como Thingvellir, Gullfoss y el cráter Kerid, además de paradas guiadas en la granja láctea Efstidalur para probar helado y en el invernadero de tomates Friðheimar con tiempo para conocer caballos islandeses antes de volver cómodamente.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?