Entrarás en los salones reales de Windsor, te quedarás maravillado ante el misterio de Stonehenge y te perderás por las calles de Oxford con un guía local. Prepárate para momentos únicos: risas con el grupo o ese silencio inesperado en Stonehenge que se quedan contigo mucho después de volver a Londres.
No esperaba que el Castillo de Windsor se sintiera tan… vivo. Ves las banderas ondeando sobre esos muros antiguos y te das cuenta de que aquí todavía vive gente de verdad. Nuestro guía, Mark, tenía un montón de anécdotas sobre la familia real (asegura que una vez vio a Felipe de Edimburgo corriendo). Las calles empedradas olían a café y lluvia, y un anciano que daba de comer a las palomas nos saludó como si fuéramos de la zona. Dentro de los Apartamentos Reales, la luz del sol se reflejaba en los marcos dorados y los sillones de terciopelo; de verdad, temía estornudar y estropear algo valioso.
El viaje a Stonehenge fue tranquilo. Campos que pasaban lentamente, ovejas que ni nos miraban. Cuando llegamos, el viento cortaba y despejaba la mente, justo lo que necesitábamos después del autobús. Estar frente a esas piedras es más extraño de lo que imaginaba; son enormes pero también sorprendentemente silenciosas, mucho más que en las fotos. Mark nos dio auriculares para la audioguía, pero yo solo quise escuchar el viento un rato. También se siente un olor a hierba mojada y tierra. Unos niños intentaban adivinar la edad de las piedras (uno dijo “un millón de años” y su padre se rió). No resolvimos ningún misterio, pero fue un alivio no saberlo todo.
Oxford fue nuestra última parada. La ciudad invita a perderse: callejuelas estrechas, estudiantes que pasan en bici con bufandas al viento. La ruta empezó en la Biblioteca Bodleian (las puertas pesan más de lo que parecen), luego cruzamos bajo el Puente de los Suspiros, donde alguien había dejado una rosa roja sobre la piedra. El Teatro Sheldonian parecía casi demasiado perfecto bajo el cielo gris. Mark nos señaló unas gárgolas y nos contó qué colegio sirvió para rodar escenas de Harry Potter (ya no recuerdo cuál). Para entonces mis pies dolían, pero no me importaba; solo quería una pinta en un pub antiguo y con encanto.
La excursión completa dura unas 11–12 horas, incluyendo los traslados entre destinos.
La entrada está incluida si eliges esa opción al reservar; si no, tendrás tiempo libre en el pueblo de Windsor.
Sí, la entrada a Stonehenge está incluida si la seleccionas al hacer la reserva.
Contarás con un guía experto durante todo el día; en Oxford hay tour a pie y en Stonehenge audioguías disponibles.
No se incluye almuerzo; tendrás tiempo libre para comprar comida en las paradas.
El autobús cuenta con WiFi y puertos USB para cargar tus dispositivos durante el trayecto.
Sí, pero contacta al menos siete días antes para organizar todo adecuadamente.
Pueden viajar bebés, pero deben ir en el regazo de un adulto; se permiten cochecitos y carriolas a bordo.
Tu día incluye transporte cómodo en autobús con WiFi y puertos USB, guía experto todo el recorrido, tour a pie por el centro histórico de Oxford, auriculares personales para la audioguía y entradas para Windsor y Stonehenge si las eliges al reservar, además de tiempo libre para explorar por tu cuenta.
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