Recorre los salones y espejos de Versalles con un guía local antes de pasear por sus famosos jardines. Tras un cómodo regreso en coche a París y un descanso para almorzar, sumérgete en las obras maestras del Louvre—desde la Venus de Milo hasta la Mona Lisa—en un grupo pequeño e íntimo. Prepárate para detalles inesperados y momentos que perduran mucho después de irte.
Lo primero que noté fue el sonido de la grava bajo mis pies mientras esperábamos junto a las puertas doradas de Versalles—la verdad, había visto fotos pero no esperaba que brillaran tanto con la luz de la mañana. Nuestra guía, Camille, nos llamó con una sonrisa fácil y un montón de entradas. Éramos solo seis, lo que hizo que se sintiera menos como un tour y más como acompañar a alguien que realmente conoce el lugar. Dentro, el aire olía a barniz antiguo y algo floral—¿quizá del jardín que se colaba? Camille nos señaló unas curiosas tallas sobre las puertas que jamás habría notado (ella las llamó “bromas escondidas” de escultores aburridos). Intenté repetir uno de los nombres en francés que mencionó—Li se rió cuando lo pronuncié fatal. Perdón, Li.
Recorrimos sala tras sala—algunas tan grandiosas que parecía casi absurdo andar en zapatillas. El Salón de los Espejos estaba lleno, pero de alguna forma seguía siendo tranquilo; todos parecían ralentizarse ahí. Camille nos contó escándalos reales justo donde ocurrieron (casi esperaba ver pelucas empolvadas asomándose por una esquina). Los jardines estaban más frescos de lo que imaginaba para primavera, pero eso hizo que el rocío de las fuentes se sintiera más vivo en la cara. En un momento, un jardinero nos saludó con un gesto—tenía las manos llenas de tierra y parecía indiferente a los turistas tomando fotos. Esa imagen se me quedó grabada.
Después de Versalles, tomamos un tren rápido de regreso a París—menos de una hora, pero suficiente para revisar demasiadas fotos. Almorzamos por nuestra cuenta cerca del Louvre (me compré un bocadillo en una panadería donde nadie hablaba inglés y me sentí orgulloso de eso). Luego llegó el Louvre: honestamente, es enorme. Camille nos llevó directo a la Venus de Milo y a la Victoria de Samotracia antes de guiarnos por rincones más tranquilos llenos de estatuas sin nariz o brazos. La Mona Lisa era más pequeña de lo que imaginaba, pero ver la cara de la gente iluminándose al encontrarla fue genial.
Sigo pensando en ese momento en el Salón de los Espejos—cómo te ves reflejado una y otra vez hasta que no sabes cuál eres realmente. Esta excursión desde París mezcla historia con esos pequeños destellos de vida real: mármol frío bajo la mano, risas que rebotan en muros centenarios, el saludo de un desconocido en un jardín donde caminaron reyes. No es perfecto ni pulido—pero quizá por eso se queda contigo.
Este tour semi-privado tiene un máximo de 6 personas por grupo.
Sí, tras visitar Versalles vuelves a París en coche con chófer como parte del tour.
Sí, ambos lugares se visitan con guía experto y entradas con horario reservado para evitar colas.
Sí, las entradas para el Palacio de Versalles (incluidos los jardines) y el Museo del Louvre están incluidas en la reserva.
No, el almuerzo no está incluido; tendrás tiempo libre cerca del Louvre para comprar algo a tu gusto.
Verás obras clave como la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia y la Mona Lisa de Leonardo da Vinci durante la visita guiada.
El regreso a París dura menos de una hora en coche privado incluido en el tour.
Sí, se admiten bebés y niños pequeños, incluso con cochecito o silla de paseo si es necesario.
Tu día incluye entradas para el Palacio de Versalles (con sus famosos jardines) y el Museo del Louvre en el centro de París; visitas guiadas completas en cada sitio con un guía local experto; grupo pequeño con máximo seis personas; transporte en coche con chófer de regreso a París tras explorar Versalles; y entradas con horario reservado para evitar la mayoría de las colas—el almuerzo es por cuenta propia cerca del Louvre antes de sumergirte en sus salas llenas de arte.
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