Entra sin colas al palacio de Versalles, pasea por la aldea privada de María Antonieta y déjate llevar por los colores de los jardines de Monet en Giverny. Con guía local y transporte incluido, esta excursión desde París te regala mucho más que fotos: recuerdos que perduran.
Lo primero que noté al bajar del minibús en Versalles fue el aire: fresco, con ese leve aroma a jardín, incluso antes de ver las flores. Nuestra guía, Camille, ya señalaba detalles en las puertas del palacio que yo habría pasado por alto (algo sobre los motivos del sol de Luis XIV). Teníamos entradas con hora reservada, así que nada de esperas aburridas, directo al Palacio de Versalles. El Salón de los Espejos es más grande de lo que imaginaba; la gente suele susurrar ahí, como si estuvieras entrando en un sueño ajeno. Mis pasos resonaban suavemente en el mármol, y eso me hizo sentir un poco raro. Y ver la aldea de María Antonieta, después de tanto oro y lujo, tiene algo casi tímido y encantador.
El almuerzo fue un picnic que llevamos (Camille nos avisó antes), bajo unos árboles cerca de los jardines. No era nada sofisticado, pero encajaba perfecto. Los jardines franceses están tan perfectamente cuidados que dan ganas de desordenar un seto solo para ver qué pasaría. Luego nos fuimos a Giverny, a poco más de una hora, tiempo justo para echar una siesta o contemplar los campos que pasan. El pueblo era más tranquilo de lo que esperaba; se escuchaba el canto de los pájaros y voces lejanas de otros visitantes explorando la casa de Monet. Dentro, todo es color: los azulejos de la cocina, las paredes amarillas del comedor, y un aroma suave a madera vieja y flores que no supe identificar.
No esperaba sentir mucho en la tumba de Monet, pero allí, con nuestro pequeño grupo (máximo ocho personas), se hizo un silencio respetuoso pero nada pesado. La guía nos contó cómo Monet cuidó sus jardines del Clos Normand durante décadas —imagina querer tanto tu propio jardín. Al cruzar el puente verde sobre los nenúfares, intenté imaginar cómo lo veía él hace tantos años; creo que entendí por qué nunca quiso irse. Así que si buscas una escapada desde París que combine historia real con la calma de un pintor, y no te importa caminar un poco, esta experiencia te queda grabada mucho más tiempo de lo que crees.
La visita dura todo el día, incluyendo el viaje desde París y el regreso por la tarde.
No, no se incluye; los participantes deben llevar su propio picnic o snacks.
Entradas para Versalles (palacio, trianones, aldea de María Antonieta) y los jardines de Monet, además del transporte en minibús con aire acondicionado y guía conductor.
El grupo es pequeño, máximo 8 personas.
No, la salida es desde un punto céntrico en París.
La edad mínima es 7 años y se requiere poder caminar bien incluso en días calurosos; no se recomienda para personas con dificultades para caminar o con sensibilidad al calor.
Sí, se realiza con cualquier clima; es importante ir preparado para lluvia o calor.
Al finalizar, hay opciones de transporte público cerca si prefieres regresar por tu cuenta.
Tu día incluye entradas con hora garantizada para Versalles (palacio, Salón de los Espejos, trianones y aldea de María Antonieta) y los jardines de Monet en Giverny; transporte cómodo ida y vuelta en minibús con aire acondicionado desde París; y acompañamiento continuo de un guía local experto, para que solo te preocupes por disfrutar.
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