Degustarás ocho vinos franceses diferentes en el centro de Niza con un grupo pequeño y un sommelier cercano y relajado. Aprenderás sobre regiones famosas como Burdeos y otras menos conocidas, maridarás cada vino con quesos y snacks, compartirás risas adivinando sabores y saldrás sintiendo que recorriste Francia en un par de horas.
Lo primero que me llamó la atención fue el tintinear de las copas — no muy fuerte, justo para detenerme un momento frente a la puerta en el casco antiguo de Niza. Dentro, nuestro sommelier (Mathieu, con su camisa de lino desgastada y esa calidez relajada de la Costa Azul) ya tenía las botellas alineadas sobre una mesa de madera. Se percibía un leve aroma a corcho y algo floral — tal vez la ventana abierta ayudaba. Nos sentamos todos juntos, un poco tímidos al principio, pero Mathieu nos sirvió un blanco fresco de Alsacia y de repente parecía que estábamos en la cocina de un amigo.
No esperaba reír tanto en una clase de cata de vinos. Mathieu nos contó sobre las distintas regiones vinícolas francesas — Burdeos, Borgoña, Champagne — pero también sobre lugares pequeños que ni conocía. Nos hizo adivinar qué uva era cuál (yo acerté una por pura suerte). En un momento levantó una copa y dijo “Huele esto — dime qué te transmite.” La verdad, yo olí corteza de pan y quizás manzana. Alguien más dijo “piedras mojadas,” y todos soltamos una carcajada. Luego llegó la tabla de quesos con Comté y un queso suave cuyo nombre no recuerdo; combinaban con el vino de una forma que aún no entiendo, pero me encantó.
Probamos ocho vinos en total. Cuando llegamos a un tinto intenso de Cahors, el ambiente se volvió más cálido (o quizás era yo). La gente empezó a compartir historias — un chico habló de la viña de su abuela cerca de Lyon; una mujer intentó un acento francés que le valió aplausos. Mathieu respondió a todas las preguntas sin que nadie se sintiera incómodo. También hubo snacks, nada sofisticado pero rico: aceitunas, nueces, pequeñas galletas. Todo duró unas dos horas, pero podría haber seguido y nadie se habría quejado.
Siempre recuerdo ese instante cuando la luz del sol iluminó mi copa justo en el momento perfecto — rayos dorados sobre la mesa — y por un segundo todo pareció detenerse. Si buscas una escapada o simplemente quieres probar vino francés auténtico en Niza con gente que realmente lo disfruta (y sin tomárselo demasiado en serio), esto vale mucho la pena.
Probarás ocho vinos distintos de varias regiones francesas.
Sí, se sirven quesos y snacks junto con los vinos.
La clase se hace en el centro de Niza.
Un sommelier local guía la sesión y comparte historias de cada región.
Los snacks incluyen quesos; no se especifican otras opciones dietéticas.
La clase está pensada para todos los niveles, no hace falta experiencia previa.
La experiencia dura unas dos horas.
No incluye transporte; hay opciones de transporte público cerca.
Tu tarde incluye la cata de ocho vinos regionales franceses acompañados de quesos y snacks, todo guiado por un sommelier local experto en el centro de Niza — sin preocuparte por el transporte, ya que es fácil llegar en transporte público.
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