Saldrás desde Las Vegas en un grupo pequeño, sin las multitudes de los grandes buses, para ver de cerca la Presa Hoover, recorrer la histórica Ruta 66 con paradas curiosas y caminar por el borde del South Rim del Gran Cañón con un guía que conoce cada historia. Risas durante la comida y asombro en los miradores: no es solo turismo, es sentirlo.
¿Conoces esa sensación rara cuando abres los ojos y todo se ve... enorme? Así empezó para mí, mirando por la ventana de la furgoneta mientras dejábamos atrás Las Vegas y el desierto se hacía más brillante y plano. Nuestro guía, Mark (se llamaba a sí mismo “fanático del desierto”), nos dio botellas de agua fría antes de que siquiera lo pidiéramos. No paraba de señalar cosas que yo ni habría notado: burros salvajes junto a la carretera, viejas cabañas mineras medio tragadas por la arena. Creo que todavía estaba medio dormido cuando llegamos a la Presa Hoover. El aire allí se sentía diferente, como una mezcla de polvo de cemento y agua del río. Caminamos por la cima mientras Mark nos contaba sobre toda la dinamita que usaron para construirla. Intenté imaginar cómo habría sonado eso en su momento, pero más que nada escuchaba el viento silbando entre esos cables enormes.
El viaje por la Ruta 66 fue casi surrealista, como entrar en una postal antigua. Paramos en un diner donde un tipo llamado Joe (que parecía llevar ahí toda la vida) nos dejó curiosear entre su colección de matrículas oxidadas y letreros de neón. Se olía un poco a cebolla frita y aceite de motor, pero no era desagradable. Alguien del grupo se puso una peluca de Elvis para las fotos (sin comentarios). Es curioso cómo, cuando estás horas apretados en una furgoneta con desconocidos, empiezan a contarse historias; para la hora de la comida ya estábamos compartiendo fruta como viejos amigos.
Pero nada me preparó para la primera vista del Gran Cañón desde el South Rim. Te plantas en Yavapai Point y no tiene sentido, como si tu cerebro no pudiera asimilar lo profundo que es ni la cantidad de colores que tienen esas rocas. Mark nos guió por parte del Trail of Time, parando de vez en cuando para mostrarnos fósiles incrustados en el camino (“más viejos que los dinosaurios”, dijo). El sol se movía detrás de las nubes y a veces todo se veía dorado, otras veces púrpura. No esperaba sentir tanta calma por dentro. Quizá nadie lo hace hasta que está allí.
Aún recuerdo esa vista cuando estoy atrapado en el tráfico en casa, cómo todos nos quedamos en silencio un momento, incluso los niños que llevaban toda la mañana peleando por las meriendas. No fue perfecto: mis zapatos se llenaron de polvo rojo, mi móvil casi se queda sin batería por tantas fotos, pero ¿sabes qué? Eso fue lo que lo hizo real.
El tour dura todo el día, con recogida temprano en hoteles de Las Vegas y regreso por la tarde.
Sí, incluye un almuerzo personalizable con fruta durante el día.
Sí, recogemos y dejamos en hoteles seleccionados de Las Vegas.
Paradas en puntos clásicos de la Ruta 66 con coches vintage, diners y oportunidades para fotos nostálgicas.
El grupo se limita a 14 personas para mayor comodidad y atención personalizada.
Se visitan miradores como Yavapai Point con caminatas suaves por el Trail of Time.
Sí, todas las tarifas y tasas, incluida la entrada al Gran Cañón, están cubiertas en el precio.
El tour es adecuado para la mayoría, pero no se recomienda para personas con lesiones en la columna o problemas cardíacos.
Tu día incluye recogida y regreso en hoteles seleccionados de Las Vegas, agua embotellada para refrescarte en el calor del desierto, todas las entradas para el South Rim del Gran Cañón y acceso a la Presa Hoover (con tiempo para cruzarla a pie), un almuerzo fresco con fruta para compartir con nuevos amigos, vehículo con aire acondicionado para mayor comodidad entre paradas y las historias de un guía que conoce cada atajo de la Ruta 66 antes de llevarte de vuelta por la noche.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?