Sube a un auténtico barco vikingo en Los Cristianos para tres horas de avistamiento de ballenas, baño en aguas abiertas del Atlántico, bebidas ilimitadas (vino, cerveza, refrescos) y juegos divertidos con la tripulación. Todo con la costa de Tenerife como telón de fondo. Risas, historias locales y, si tienes suerte, vistas del Teide.
Lo primero que me llamó la atención fue el choque del metal: alguien con casco (sí, de verdad) golpeaba el costado del Ragnarok justo cuando subíamos en el puerto de Los Cristianos. El sol ya pegaba fuerte y se mezclaba en el aire el olor a sal y a crema solar. Nuestra tripulación vikinga nos recibió con sonrisas enormes y teatrales; uno incluso le dio a mi amiga un escudo de madera para la foto, que casi se le cae porque pesaba más de lo que parecía. No esperaba reírme tanto tan temprano.
Cuando arrancamos, la costa de Tenerife empezó a alejarse detrás de nosotros. Hay un momento en que el motor se mezcla con el canto de las gaviotas y te das cuenta de lo azul que es todo alrededor. Nuestro guía —no recuerdo si se llamaba Erik o algo más español— nos señaló dónde buscar delfines. Y de repente, ahí estaban: siluetas oscuras asomándose justo frente a la proa. Todos nos quedamos en silencio, salvo un niño que no paraba de gritar “¡Mira!” una y otra vez. Parecía que nadie quería pestañear.
Después de unos treinta minutos de observación (y de estirar el cuello más de la cuenta), anclaron para que pudiéramos nadar. El agua estaba más fría de lo que esperaba, pero tan clara que podías ver cómo movías los dedos de los pies. Alguien en cubierta me sirvió vino mientras yo me empapaba por todos lados —sin que nadie me juzgara, lo cual agradecí. Incluso organizaron unos juegos vikingos divertidos; perdí feo en un juego de lanzamiento, pero no importó porque todos se animaban entre sí.
Al volver hacia Los Cristianos, la gente estaba relajada con cervezas o refrescos, el pelo aún mojado y la piel salada. El Teide se veía irreal a lo lejos, como si alguien lo hubiera pintado en el horizonte solo para nosotros. Todavía recuerdo la cara de ese niño cuando vio su primera ballena de cerca; sinceramente, eso fue lo que más me quedó grabado.
No, no incluye recogida; el crucero sale desde el puerto de Los Cristianos.
Sí, hay cerveza, vino y refrescos ilimitados a bordo.
La experiencia dura aproximadamente tres horas en total.
Sí, los niños son bienvenidos y pueden ir en cochecito o silla de paseo si es necesario.
Sí, se hace una parada para nadar en mar abierto tras el avistamiento.
Las avistamientos son frecuentes pero no garantizados; son animales salvajes.
Sí, el barco es accesible para sillas de ruedas.
Tu día incluye embarque en el puerto de Los Cristianos con una tripulación vikinga animada que te guiará mar adentro; cerveza, vino y refrescos ilimitados; tiempo para ver delfines y ballenas; parada para nadar en mar abierto con vistas a la costa de Tenerife; baños a bordo; y juegos temáticos vikingos antes de regresar tras tres horas.
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