Al bajar del Camino, entrarás en un espacio tranquilo en Santiago de Compostela para un masaje profundo de 60 minutos centrado en piernas y pies cansados. Los terapeutas usan cremas naturales y hablan varios idiomas para que te relajes sin preocupaciones. Te llevarás un gel para recuperación y una nota oficial de recuerdo del Camino — y quizás un poco de esperanza para tus pies.
Las manos presionan suavemente mis pantorrillas — ni muy suave ni demasiado fuerte — y me doy cuenta de cuánto necesitaba esto después del último tramo hasta Santiago de Compostela. El ambiente huele a algo herbal, tal vez árnica o esa raíz que mencionó la terapeuta (ya se me olvidó el nombre). Me pregunta si quiero que se concentre más en mis pies. Solo asiento, porque, sinceramente, después del Camino, siento que mis pies no me pertenecen. Afuera se escucha un murmullo de la calle, pero aquí dentro todo es calma y calor, y por fin puedo soltar toda esa tensión que ni siquiera había notado que tenía acumulada.
El masaje es profundo — lo llaman “Fin del Camino” — y no es un simple masaje rápido. Usan cremas con ingredientes naturales (árnica, garra del diablo?), que al principio refrescan y luego se funden en la piel. Mi pareja está en la camilla de al lado, con los ojos cerrados, probablemente pensando en la cena o en nada en particular. Es genial poder hacerlo juntos sin tener que esperar. La terapeuta cambia sin esfuerzo entre español e inglés y bromea sobre cómo todos llegan cojeando tras acabar el Camino. En un momento estira mis piernas de una forma que me hace reír — no sé si por alivio o sorpresa.
Al terminar nos entregan un pequeño tubo de gel como regalo — “para la recuperación,” dice guiñando un ojo — junto con una nota oficial de recuerdo del Camino (esa la guardaré para siempre). Bebemos agua despacio antes de salir de nuevo a las calles llenas de gente. Aún siento un leve dolor en los músculos, pero mucho más liviano, como si mañana realmente tuviera ganas de volver a caminar. Es curioso cómo algo tan sencillo puede hacerte sentir casi nuevo.
Sí, está pensado especialmente para peregrinos que llegan a Santiago y necesitan recuperarse muscularmente.
La sesión dura 60 minutos.
Sí, las parejas pueden reservar juntas para no tener que esperar.
Sí, se aplican cremas naturales con árnica y garra del diablo en lugar de aceites.
Se trata todo el cuerpo, pero se presta especial atención a pies, piernas y espalda.
Recibes un gel de recuperación con árnica y garra del diablo, además de una nota oficial de recuerdo del Camino.
Hablan español, inglés, portugués e italiano.
Sí, es apto para todos, salvo personas con problemas cardiovasculares graves.
Tu experiencia incluye un masaje profundo de 60 minutos enfocado en la recuperación tras caminar el Camino de Santiago, usando cremas neutras con árnica y garra del diablo. También te ofrecen agua para rehidratarte y dos pequeños regalos: una nota oficial de recuerdo del Camino y un tubo de gel para recuperación muscular, ideal para cuando tus piernas te recuerden lo que has hecho.
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