Recorrerás los barrios de Barcelona como un local, caminando y compartiendo risas con vermut y cava en cuatro paradas diferentes. Disfruta tapas clásicas en bares llenos de vida, vinos catalanes en una bodega tradicional, bocados más sofisticados y muchas historias de tu guía. Quizá hasta te quedes un rato más con esas aceitunas calientes o aprendas una palabra que no logras pronunciar.
Para ser sincero, al entrar en el primer bar de esta ruta de tapas en Barcelona me sentí un poco fuera de lugar. El aire estaba impregnado de ajo frito y charlas animadas, la gente apretada como sardinas, todos sabiendo exactamente qué pedir. Nuestra guía Marta sonrió y nos invitó a una mesita pequeña. Pidió vermut para nosotros (nunca lo había probado, un sabor dulce con toques herbales), y pronto llegaron los platos: croquetas crujientes, anchoas saladas sobre pan. Intenté seguir el ritmo, pero me quedé observando cómo los locales mojaban el pan directamente en el aceite de oliva sin pensarlo dos veces.
La segunda parada fue una bodega antigua con barriles de madera apilados en la pared. Olía a vino viejo y algo ahumado—¿jamón quizá? Nos apretujamos junto a un grupo de señores mayores jugando a las cartas; uno me guiñó un ojo cuando se me cayó un poco de cava. Marta nos explicó cómo la cerveza catalana es diferente a la del resto de España (aún no sé describirla bien, pero sabía más ligera). Hubo un momento en que todos callaron justo cuando trajeron un plato de pimientos a la parrilla—ese pequeño silencio antes de lanzarse a comer. Qué curioso cómo la comida une así.
En la tercera parada ya había perdido la noción del tiempo. Las tapas se pusieron más elaboradas—bocaditos con ingredientes que no lograba pronunciar (Marta intentó enseñarme “escalivada” pero terminó riendo). El vino seguía fluyendo. En el último restaurante, por fin nos sentamos con calma; la luz era más tenue y el murmullo de las mesas cercanas me hizo sentir que aquí también teníamos nuestro lugar. Aún recuerdo esas aceitunas tibias, que me sorprendieron, y cómo Marta nos contó que así las servía su abuela en casa.
El tour dura casi 3 horas en total.
Sí, en cada parada se sirven bebidas como vino local o cerveza.
La cena está incluida en cuatro paradas con diferentes platos de tapas.
Debes informar sobre cualquier restricción antes de unirte.
Sí, hay varias opciones de transporte público cercanas.
Los bebés y niños pueden unirse si van en cochecito o silla de paseo.
El tour recorre varios barrios locales con bares y bodegas populares.
Tu noche incluye cuatro paradas con tapas en porciones de cena, acompañadas de bebidas locales como vermut, vino catalán o cerveza—todo guiado por alguien que conoce estos lugares al detalle. No tienes que preocuparte por nada, solo trae hambre y déjate llevar por la vibrante vida de los bares de Barcelona.
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