Sentirás cómo se acelera tu corazón al despegar sobre la costa luminosa de Fuengirola, guiado por un equipo local con experiencia en cada paso. Desde ponerte el arnés hasta compartir historias en cubierta después del vuelo, cada momento es cercano y seguro. Déjate llevar por el viento, vuelve con el pelo salado y una historia nueva que contar.
Para ser sincero, casi me echo atrás cuando vi el paracaídas desplegarse en el muelle de Fuengirola. Tenía las manos un poco sudorosas por los nervios (y quizás por el protector solar), pero nuestro capitán, Andy, simplemente sonrió y me pasó el arnés como si fuera lo más normal del mundo. Al parecer lleva décadas organizando estos vuelos — acento británico, nariz quemada por el sol, y una calma total. El barco se movió un poco al subirnos. Había un olor tenue a sal y aceite de motor mezclados, que curiosamente me gustó.
La charla de seguridad fue más tranquilizadora de lo que esperaba — nada formal, pero se notaba que sabían lo que hacían. Comprobaron el viento un par de veces antes de dejar que alguien volara. Cuando llegó mi turno (después de ver a una pareja de Madrid — ella gritó todo el rato), Andy me enganchó al arnés y me dijo que me sentara y “dejara que el viento hiciera su magia”. De repente estaba flotando, con las piernas colgando sobre un agua turquesa, y Fuengirola empequeñeciéndose abajo. Arriba se oye menos de lo que imaginas; solo el viento en tus oídos y esa sensación rara en el estómago como cuando un ascensor cae. Intenté ver delfines, pero me quedé mirando la costa y esas montañas difusas detrás del pueblo.
Volver a aterrizar en el barco fue a la vez rápido y un alivio — las rodillas me temblaban un poco, pero nadie pareció notarlo (o quizás fueron amables). El resto compartimos anécdotas mientras otros tomaban su turno. Un tipo intentó explicar lo alto que son 200 metros comparándolo con “dos campos de fútbol apilados”, lo que nos hizo reír porque nadie podía imaginarlo bien. Navegamos despacio por la costa antes de volver a tierra; a veces todavía recuerdo esa vista cuando escucho gaviotas.
Cada vuelo dura aproximadamente 10 minutos.
Si vuelan 2 o 3 personas juntas, el peso combinado no debe superar los 200 kg.
Sí, pero los menores de 16 años deben ir acompañados por un adulto durante el vuelo.
Sí, se incluye todo el equipo de seguridad necesario, arneses y chalecos incluidos.
Sí, la actividad es accesible para personas en silla de ruedas.
Debes registrarte en la oficina cerca del puerto de Fuengirola antes de caminar hasta el barco.
El capitán revisará las condiciones del viento y el mar; los vuelos solo se realizan si es seguro.
Puedes volar solo o con hasta 6 personas juntas, siempre que cumplan con los límites de peso.
Tu día incluye todo el equipo para parasailing — arneses y chalecos salvavidas — además de una charla de seguridad completa con un equipo local experimentado antes de partir desde el puerto de Fuengirola para tu vuelo sobre la costa.
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