Entra en una de las bodegas de ron más antiguas de Europa en Arucas, pasea entre miles de barricas de roble con un guía local y prueba rones premiados justo donde se elaboran. Momentos prácticos, historias auténticas y sabores sorprendentes, todo con la calidez de Gran Canaria.
Lo primero que me llamó la atención al entrar en la destilería Ron Arehucas fue ese aroma dulce y suave —melaza y un toque amaderado— que flotaba en el aire mientras cruzábamos las viejas puertas en Arucas. Nuestra guía, Marta, nos saludó con una sonrisa (tenía esa facilidad para hacerte sentir como si la conocieras de toda la vida) y empezó a contarnos cómo el ron se convirtió en un gran protagonista aquí en Gran Canaria. No esperaba interesarme mucho por las barricas, pero había filas y filas —más de cuatro mil toneles de roble americano— y ella nos señalaba las firmas que habían dejado visitantes famosos. La luz era cálida y amarillenta; todo parecía más antiguo de lo que realmente es.
Recorrimos las salas de producción —con tuberías brillantes y sonidos metálicos— mientras Marta nos explicaba cómo la caña de azúcar de la isla se transforma en ron. Intenté repetir “fermentación” en voz baja (no sé si lo hice bien). Hubo un momento en que nos dejó tocar un poco de caña cruda antes de molerla —pegajosa, áspera, con un aroma terroso en los dedos. En el grupo, la gente no paraba de hacer preguntas sobre los tiempos de envejecimiento y los premios (los rones de 12 y 18 años ganaron medallas de oro el año pasado), pero yo solo disfrutaba viendo cómo cambiaban las caras de todos al probar su primera muestra. La sala de catas tenía un ambiente acogedor, incluso con desconocidos alrededor.
Sigo recordando ese primer sorbo del Arehucas 7 años —picaba lo justo para despertarme, pero luego pasaba suave. Alguien detrás bromeó diciendo que deberíamos haber comido más antes de venir; las risas rebotaban en las paredes de piedra. También probamos algunos licores, lo que me sorprendió (siempre pensé que el ron era solo para mezclar). Al final, la gente hizo cola para comprar botellas —yo dudé, pero al final me llevé una porque sentí que era como llevarme un pedacito de ese lugar. De regreso al pueblo, el aire volvía a oler dulcemente. Qué rápido te acostumbras a eso.
La visita guiada dura aproximadamente 45 minutos.
Sí, al final se realiza una cata de varios rones y licores.
La destilería está en Arucas, Gran Canaria.
Sí, se permite la entrada a bebés y niños pequeños con cochecito o carrito.
Sí, todas las áreas son accesibles y hay opciones de transporte cercanas.
Sí, puedes comprar productos después de la visita y la cata.
Probarás rones premiados de 7, 12 y 18 años, además de licores.
No, solo necesitas tu entrada impresa o digital para acceder.
Tu día incluye un paseo guiado por las históricas bodegas de Destilerías Arehucas en Arucas, con un experto local que te acompaña en cada paso —desde las salas de producción hasta la embotelladora— y termina con una generosa cata de sus rones y licores premiados antes de regresar al pueblo con nuevos sabores en el paladar.
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