Comienza antes del amanecer en Guayaquil, recorriendo el valle Collanes con un guía local que conoce cada rincón. Acampa bajo el cielo andino cerca del volcán Altar, despierta para ver el amanecer en la Laguna Amarilla y guarda ese aire frío de montaña en tu memoria para siempre.
Me desperté en Guayaquil con esa mezcla de nervios y emoción que da antes de algo grande—quizás por la recogida a las 2:30am o simplemente porque sabíamos que íbamos directo al Altar. Andrés, nuestro guía, nos recibió con una sonrisa adormilada y café caliente (salvavidas total). El camino fuera de la ciudad parecía no acabar, pero el sol apareció cerca de Penipe, iluminando unas colinas verdes y brumosas que no esperaba. En el puesto de guardaparques todo fue rápido: revisión de equipo, todos peleándonos con los sacos y las botas, y Andrés bromeando sobre las capas que luego odiaríamos. Recuerdo cómo cambió el aire: más frío, más puro, con ese olor a tierra que solo sientes en las alturas.
Los primeros pasos en el valle Collanes fueron más duros de lo que admitiría—el barro pegajoso a las botas, las nubes tan bajas que casi se podían probar. Hubo momentos en que nos quedamos quietos solo para escuchar; nada más que el viento y el murmullo lejano del agua. Andrés señalaba flores silvestres que nunca había visto (y que olvidé sus nombres al instante), y uno del grupo intentó enseñarme “Kapak Urku” en kichwa, aunque seguro lo dije fatal. La cena en el campamento fue sencilla pero perfecta después de horas de caminata—arroz y frijoles calientes, risas que rebotaban entre las tiendas mientras la niebla lo cubría todo.
Al día siguiente arrancamos antes del amanecer—dedos congelados intentando atar botas a oscuras. El camino a la Laguna Amarilla parecía eterno, hasta que de repente apareció: agua verde amarillenta bajo picos afilados, casi irreal después de tanto gris. Nuestro guía nos tomó fotos, pero yo solo quería quedarme ahí, respirando todo. Bajando, mis piernas se volvieron gelatina, pero ya no me importaba. Llegamos a Riobamba polvorientos y agotados; para cuando regresamos a Guayaquil cerca de las 10pm, estaba medio dormido y aún pensando en esa luz del valle. Si buscas una excursión desde Guayaquil que te deje exhausto pero feliz, esta es la indicada.
Este trek exige buena condición física por la altura y los senderos fangosos.
Sí, carpas y sacos de dormir están incluidos en la reserva.
El guía te recogerá a las 2:30am en el lobby del hotel.
Se incluye la cena del primer día y el desayuno del segundo en el campamento.
Sí, un guía profesional bilingüe (español/inglés) acompaña todo el recorrido.
El trek se realiza en cualquier clima; es importante vestirse para el tiempo andino.
El viaje dura varias horas; se regresa a Guayaquil alrededor de las 10pm el segundo día.
No está especificado; consulta directamente con el operador para opciones.
Tu aventura de dos días incluye recogida en hotel de Guayaquil al amanecer, transporte ida y vuelta pasando por Riobamba y Penipe, entradas al parque Sangay, todo el equipo de campamento (carpas y sacos), rastreo satelital y seguro de viaje, cena y desayuno en campamento, y la guía experta de un local multilingüe hasta el regreso en la noche del segundo día.
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