Viaja desde Quito a los Andes ecuatorianos con un guía local, pasando por volcanes hasta subir las laderas del Chimborazo y llegar a la laguna Condorcocha a 5,100 metros. Disfruta de vicuñas salvajes y momentos de silencio puro sobre las nubes. El almuerzo en Ambato cierra un día inolvidable antes de volver a casa — ese aire de montaña se queda contigo.
“Si ves una vicuña, pide un deseo,” nos dijo Marco, nuestro guía, mientras salíamos de Quito antes del amanecer. Sonreía en el espejo retrovisor, como si llevara haciendo ese viaje cien veces y aún le causara gracia. Yo estaba medio dormido y ni siquiera sabía cómo era una vicuña, pero cuando dejamos atrás la ciudad y empezaron a aparecer los volcanes en el camino, ya estaba bien despierto. El aire parecía más liviano, o tal vez era solo el nervio de caminar a tanta altura.
El viaje hasta Chimborazo no es corto — unas cuatro horas más o menos — pero tiene algo hipnótico ver pasar los campos y las montañas a lo lejos. Marco señaló el Cotopaxi y el Tungurahua, nombres que solo había visto en mapas. Paramos a tomar té de coca en un pequeño puesto donde la señora me entregó la taza con ambas manos y una sonrisa tímida. El té tenía un sabor terroso y fuerte; mis dedos se entumecieron un poco después. ¿Será que ayuda con la altura? No sé, pero ese momento me gustó mucho.
En el primer refugio (¡a 4,800 metros!) todo estaba en silencio salvo el viento que rozaba las rocas. Mis botas crujían sobre la grava volcánica mientras subíamos hacia la laguna Condorcocha. No es una caminata fácil — Marco nos vigilaba y contaba historias de montañistas que venían de todas partes. Vimos dos vicuñas cruzando rápido la ladera — claro que pedí mi deseo (no lo voy a contar). El cielo cambiaba entre sol y nubes repentinas; a veces solo veías niebla blanca girando a tu alrededor. Ese silencio allá arriba es distinto a cualquier otro lugar — como si tus pensamientos retumbaran más fuerte.
Paramos a almorzar en Ambato de regreso — nada sofisticado, solo sopa caliente y arroz con pollo — pero después de ese aire frío supo mejor que muchas comidas que recuerdo. Marco bromeó que si terminas tu plato de un solo bocado en altura, ya eres oficialmente ecuatoriano. Lo intenté y fallé estrepitosamente; él se rió tanto que casi se le cae la sopa. El regreso a Quito fue tranquilo — vi cómo las sombras se alargaban sobre los campos hasta que las luces de la ciudad aparecieron de nuevo. A veces, cuando cierro los ojos, todavía siento ese viento en las mejillas.
El tour dura todo el día, con unas cuatro horas de ida y vuelta en transporte privado, más tiempo para la caminata y la parada para almorzar.
Sí, la recogida está incluida en las zonas turísticas principales de Quito; en hoteles del aeropuerto puede haber un costo extra.
La caminata es corta pero exigente por la altura, empezando a 4,800 metros y llegando a 5,100 metros.
Podrás ver vicuñas (camélidos salvajes) y otra fauna andina dentro de la reserva.
No, el almuerzo no está incluido; se hace una parada en un restaurante en Ambato donde puedes comprar comida.
Sí, se puede organizar recogida en Riobamba o Ambato bajo solicitud; también el regreso puede ser en esos lugares si se necesita.
Lleva ropa de abrigo y prepárate para posibles condiciones de frío o nieve durante la caminata.
Sí, bebés y niños pequeños pueden unirse y llevarse en cochecito o carriola si es necesario.
Tu día incluye recogida en hotel en el centro de Quito (opciones en otras ciudades disponibles), transporte privado por los volcanes de Ecuador, entradas a la Reserva Chimborazo y guía local durante la caminata, todo antes de regresar tras el almuerzo en Ambato (comida no incluida).
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