Recorre el corazón de Copenhague en bici con un guía local, pasando por el colorido puerto de Nyhavn, los jardines del Castillo de Rosenborg, saboreando pasteles frescos en Torvehallerne y conociendo de cerca a la famosa Sirenita. Risas, sorpresas y momentos que se quedan contigo mucho después.
No esperaba sentirme tan a gusto en dos ruedas por Copenhague. En cuanto conocimos a nuestra guía en la tienda de bicicletas cerca del centro —se llamaba Mette, siempre sonriente y con ese don de saber quién necesitaba un casco más pequeño— supe que esto iba más allá de un simple tour turístico. Las bicis eran robustas pero nada sofisticadas, justo lo que me gustó. Salimos tambaleándonos a la calle (no soy ciclista habitual en casa), y de repente estábamos deslizándonos frente a las casas pastel de Nyhavn. Una brisa traía ese olor salado del puerto, y alguien en un banco cercano comía arenque en pan de centeno. Casi me paro a pedir un bocado.
Mette nos mantenía en movimiento sin prisa. Señalaba detalles curiosos —una estatua de león por aquí, un graffiti escondido detrás de una panadería— y contaba historias que hacían que hasta los sitios más famosos se sintieran cercanos. En el Palacio de Christiansborg nos explicó cómo funciona la política danesa (aún no lo entiendo del todo), pero luego se rió al contar que su padre se perdió allí en una excursión escolar hace años. En el Castillo de Rosenborg, justo cuando el sol iluminó los jardines, todo se volvió dorado y tranquilo, salvo por un grupo de niños persiguiéndose alrededor del foso. Pensé: “Esto es lo que llaman vivir bien en Copenhague”.
Hicimos una parada en el mercado Torvehallerne para tomar café y probar unos pasteles hojaldrados con semillas de amapola que me dejaron las manos llenas de azúcar. No fue mucho tiempo, pero suficiente para ver a los locales regatear por flores o charlar con ese tono suave danés (intenté decir “tak” y seguro soné raro). La estatua de la Sirenita era más pequeña de lo que imaginaba —Mette bromeó que todos dicen eso— pero verla de cerca, rodeada de turistas, tuvo un encanto especial. Para entonces mis piernas estaban cansadas pero no doloridas; la ciudad es tan plana que casi ni notas las horas pedaleando.
El recorrido dura aproximadamente 3 horas de principio a fin.
Sí, Copenhague es muy plana y el ritmo es tranquilo, ideal para casi cualquier nivel físico.
Visitarás Nyhavn, el Castillo de Rosenborg, el Palacio de Christiansborg, el mercado Torvehallerne y la estatua de la Sirenita.
Las bicicletas están incluidas; los cascos se ofrecen si los pides.
No, no incluye comidas, pero hay una parada en Torvehallerne donde puedes comprar snacks o café.
El punto de encuentro es céntrico en Copenhague; te dan los detalles tras reservar.
No, no hay recogida en hotel; te encuentras con el guía en un lugar central.
Sí, los niños pueden unirse, pero deben ir acompañados por un adulto.
Incluye el uso de una bicicleta urbana fácil de manejar durante tres horas por el centro de Copenhague con paradas guiadas por un profesional local; cascos disponibles si los deseas. No incluye comida ni bebida, pero tendrás tiempo para comprar algo rico en el mercado Torvehallerne antes de regresar al punto de inicio.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?