Te bañarás bajo la fresca caída de Llanos de Cortés, caminarás junto al increíble río azul de Río Celeste con un guía local, compartirás un almuerzo en un lugar rural y verás perezosos dormilones en un santuario familiar. Prepárate para senderos embarrados, risas con nuevas palabras y esos momentos raros en que la naturaleza apaga todo—los recordarás mucho después de volver.
Salimos de Tamarindo antes del amanecer—todavía medio dormidos, con café en mano—viendo cómo el cielo se pintaba de rosa sobre las colinas. El camino hacia la catarata Llanos de Cortés se sintió largo pero tranquilo, con las ventanas abajo y ese olor a verde intenso que solo encuentras en Costa Rica. Al llegar, el sonido del agua era más fuerte de lo que esperaba. Me quité los zapatos y me metí; el agua estaba lo suficientemente fría para despertarme de verdad. Ya había algunas familias locales nadando, niños gritando cada vez que alguien les salpicaba. Me senté en la arena un rato solo para ver cómo la bruma del agua atrapaba la luz.
Después seguimos rumbo al norte, hacia Tenorio y la caminata por Río Celeste. Nuestro guía, Diego, no paraba de señalar aves que yo ni habría notado—una de un azul brillante que llamó motmot. El sendero estaba embarrado en algunos tramos (mejor no usar tenis blancos), y olía a tierra mojada y a algo dulce de las flores arriba. La cascada de Río Celeste parecía de otro mundo—como si alguien hubiera tirado pintura turquesa en medio de la selva. Diego nos contó cómo los minerales se mezclan para crear ese color; yo solo me quedé ahí, parpadeando sin creerlo. Bromeó que a veces, después de mucha lluvia, se pone marrón—“hoy no hay filtro,” dijo.
Almorzamos en un lugar pequeño cerca del parque—arroz, frijoles, plátanos y un guiso de pollo que sabía mejor que cualquier comida casera. Luego fuimos a un santuario familiar de perezosos escondido entre platanales y camiones viejos con las llantas ponchadas. La hija del dueño nos mostró dónde dormían dos perezosos bien arriba (me costó un buen rato encontrarlos). Se rió cuando intenté decir “oso perezoso” bien—esa palabra se siente lenta al decirla. Vimos ranas diminutas escondidas bajo las hojas y escuchamos el zumbido de las cigarras tan fuerte que parecía que estuvieran dentro de mi cabeza.
Sigo pensando en ese agua azul y en lo tranquilo que se ponía todo junto al río—aunque hubiera gente, podías escuchar tu propia respiración. Si buscas una excursión de un día desde Tamarindo o Playa Flamingo que no sea solo estar sentado en un bus todo el día, esta te lleva por lugares reales—con guías que saben mucho pero que también te dejan disfrutar el silencio cuando toca.
El trayecto dura unas 3 horas en cada dirección desde Tamarindo hasta el área del Volcán Tenorio para Río Celeste.
Sí, el tour incluye un almuerzo tradicional costarricense.
Sí, hay tiempo para relajarte o nadar en la catarata Llanos de Cortés durante la excursión.
Sí, el tour incluye recogida en hoteles desde Playa Flamingo, Tamarindo y zonas cercanas.
La caminata es de dificultad moderada, con tramos embarrados o irregulares; se requiere un nivel razonable de condición física.
Visitarás un santuario rural de perezosos donde los guías te ayudarán a encontrarlos en su hábitat natural, aunque depende un poco de la suerte.
Lleva zapatos cómodos para caminar (mejor que no sean blancos), traje de baño, repelente de insectos, protector solar y una foto tipo pasaporte según las reglas del parque.
El tour requiere condición física moderada por las caminatas; no se recomienda para personas con problemas de columna o corazón.
Tu día incluye recogida y regreso al hotel en Tamarindo o Playa Flamingo, todas las entradas a parques y atracciones en el camino, caminatas guiadas por senderos de selva con guías bilingües que viven aquí y conocen cada canto de ave, además de un almuerzo típico costarricense antes de regresar por la tarde—zapatos embarrados casi seguro.
¿Necesitas ayuda para planear tu próxima actividad?