Caminarás por senderos salvajes cerca de Rincón de la Vieja con un guía local, cruzarás cuevas y raíces bajo tus pies, y terminarás nadando en la piscina azul de la Catarata La Leona. Prepárate para risas, zapatos embarrados y momentos que recordarás mucho después de secarte.
Ya íbamos dando botes en la parte trasera de un 4x4, con el polvo levantándose detrás, cuando me di cuenta de lo lejos que habíamos dejado Liberia — esos pueblos pequeños como Colorado y Curubandé se sentían mucho más tranquilos de lo que esperaba. Nuestro guía, Diego, sonreía cada vez que alguien preguntaba si ya estábamos “casi llegando”. Señaló un par de motmots de un azul intenso en los árboles (ni siquiera sabía que existían), y luego repartió chalecos salvavidas y bolsas impermeables con tanta naturalidad que me hizo pensar que nos íbamos a mojar de verdad.
El sendero no es largo — poco menos de 3 km de ida — pero no es un paseo sencillo. Hay polvo rojo bajo los pies, raíces que se enganchan en los zapatos (menos mal que llevé zapatillas y no sandalias), y un tramo donde hay que agacharse para pasar por una cueva que huele a tierra mojada. Mi amigo intentó bromear sobre murciélagos, pero la luz afuera era demasiada para asustarnos. Paramos un par de veces para que Diego nos mostrara unas orquídeas diminutas que crecían en las rocas. El ambiente estaba tan húmedo que la camiseta se me pegaba a la espalda, pero a nadie parecía importarle mucho.
El último tramo es donde realmente lo sientes: primero escuchas la cascada, como un murmullo lejano, y de repente se vuelve fuerte cuando doblas la curva. El agua está fría, pero no congelada; más bien es un choque que despierta cada músculo. Hay que nadar los últimos 25 metros con los zapatos puestos — al principio se siente raro, pero tiene sentido cuando ves lo resbalosas que son las rocas. Recuerdo mirar hacia arriba y ver cómo la luz del sol brillaba en el rocío sobre nosotros. Alguien se rió porque su gorra se fue flotando río abajo. Esa imagen todavía me viene a la mente de vez en cuando.
Te reúnes en una oficina en Curubandé, a unos 20 minutos al norte de Liberia en coche o transporte organizado.
Sí, hay que nadar unos 25 metros para llegar a la poza al final del sendero.
Usa zapatos para agua o tenis (no sandalias ni chanclas). Los llevarás puestos mientras nadas.
Niños de 8 años en adelante pueden participar si están en forma para una caminata moderada y nadar.
No, pero se puede contratar un conductor local por un costo extra si lo pides con anticipación.
El sendero mide unos 2.7 kilómetros de ida (6 km ida y vuelta).
No, ambos se proporcionan como parte del tour.
Tu día incluye la entrada a la Catarata La Leona, uso de chalecos salvavidas y bolsas impermeables durante la caminata y el nado, además de estacionamiento privado seguro en el punto de encuentro en Curubandé antes de salir con tu guía.
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