Empezarás en la tranquila arena de Playa Grande con instructores amables que te enseñan a pararte en la tabla antes de lanzarte a olas suaves perfectas para principiantes. Prepárate para reír mucho (y caer unas cuantas veces), una pausa con piña fresca y agua fría, y muchas fotos que capturan tus mejores momentos — aunque no siempre sean elegantes.
Conocimos a nuestro instructor justo donde la arena empezaba a calentarse bajo los pies — nos hizo señas y repartió lycras, sonriendo como si ya supiera que nos caeríamos un par de veces. La playa de Playa Grande estaba… vacía, pero en el mejor sentido. Sin multitudes, sin música a todo volumen de los bares, solo el susurro constante del Pacífico y un par de pelícanos haciendo lo suyo. Nuestro guía (creo que se llamaba Diego) hizo una rápida demostración en tierra: cómo pararse en la tabla, dónde poner los pies para no caer de cara. Pensé que sería más complicado, pero lo hizo parecer casi sencillo.
La primera vez que intenté pararme, me fui de lado y tragué medio océano. Diego se rió y me dio un pulgar arriba — al parecer, eso es normal para los principiantes aquí. El agua estaba tibia y un poco salada, y de vez en cuando se escuchaba a alguien del grupo gritar de emoción cuando lograba surfear una ola más de dos segundos. Hubo un momento en que simplemente floté en mi tabla mirando hacia la orilla — el sol en la cara, todo en silencio salvo mi respiración y el sonido de las olas detrás. ¿Sabes esos momentos que se quedan grabados? Ese fue uno de ellos.
Después de una hora hicimos una pausa bajo la sombra mientras alguien cortaba piña fresca (que sabía muchísimo mejor que la que compras en la tienda). El agua fría nunca se había sentido tan bien. Los instructores bromeaban en español — uno trató de enseñarme a decir “piña” bien, pero la verdad aún no logro pronunciar la erre como se debe. Luego volvimos al agua para otra ronda; para entonces, caer ya no daba tanta pena porque todos lo hacían. Tomaron un montón de fotos — seguro captaron cada caída torpe, pero también esa ola en la que realmente me mantuve de pie hasta el final.
No esperaba disfrutar tanto de fracasar en algo. Aún puedo imaginar esa playa vacía de Playa Grande, solo tablas, huellas y risas que resonaban en la arena mientras recogíamos todo al final. Si estás pensando en clases de surf en Costa Rica pero no quieres que te vean caer, este es sin duda el lugar al que volvería.
Cada clase dura unas 2 horas, más tiempo que la mayoría de escuelas cercanas.
Sí, las olas de Playa Grande son ideales para principiantes y hasta niños desde 4 años pueden participar.
Sí, la tabla y la lycra están incluidas en el precio de la clase.
Sí, se hacen entre 150 y 250 fotos profesionales en cada sesión (con costo extra).
Durante la pausa te ofrecen piña fresca y agua fría.
No más de 4 alumnos por instructor; también hay opciones semi-privadas y privadas.
Playa Grande está justo frente a Tamarindo, pero mucho más tranquila y sin tanta gente.
Tu día incluye uso de tabla y lycra, instrucción profesional con máximo cuatro alumnos por instructor, piña fresca y agua fría en la pausa, además de acceso opcional a cientos de fotos profesionales de tu sesión (con costo extra).
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