Recorrerás la selva cerca de Manuel Antonio con guías locales—rappel en cascadas, vuelo sobre las copas de los árboles en tirolinas, y fruta fresca en plena aventura. Prepárate para botas embarradas, risas bajo el dosel y una comida tradicional costarricense para cerrar el día. No es pulido, pero sí pura aventura.
Lo primero que recuerdo es la sonrisa de nuestro conductor—creo que se llamaba Andrés—cuando me ofreció un trozo de guayaba en el campamento base cerca de Manuel Antonio. Estaba dulce y pegajoso, y casi se me cae porque las manos me temblaban un poco (¿nervios o emoción? Difícil saber). El camino desde Quepos duró media hora por carreteras serpenteantes—vacas, mangos, ropa tendida que ondeaba brillante entre el verde. Cuando cambiamos a un 4x4 para el último tramo hacia la selva, sentí que realmente estábamos dejando todo atrás.
Nuestra guía, Sofía, tenía esa habilidad de señalar detalles que yo jamás habría notado—la mariposa morpho azul que pasó como un pedazo de cielo, las hormigas cortadoras de hojas cargando pedazos de selva por el sendero. Se rió cuando intenté decir “lagarto Jesús” en español (lo dije fatal), pero luego me mostró dónde se deslizaban sobre el agua. El primer rappel por la cascada—no voy a mentir, las piernas me temblaron. Agua fría salpicando por todos lados y esa mezcla extraña de miedo y emoción en el estómago. Pero después de eso, solo quieres repetir.
El recorrido es una mezcla salvaje—tirolinas que cortan la luz verde, trepar raíces resbalosas con barro aplastándose bajo las botas (mis calcetines no se recuperaron), y luego una pausa en un puente colgante donde todo se queda en silencio salvo los pájaros y tu respiración. En algún momento paramos para comer fruta fresca y tomar té helado; las naranjas nunca supieron tan intensas como cuando estás empapado y sonriendo a extraños que de repente parecen amigos. Justo antes de la última caída de mono, el tiempo se detiene—miras a tu alrededor esa selva enredada y piensas: ¿en serio estoy haciendo esto? Y simplemente te lanzas.
El almuerzo después fue “comida típica”—arroz, frijoles, un guiso de pollo—y todos comimos como si no hubiéramos visto comida en días. Todavía recuerdo la vista desde el comedor al aire libre: vapor saliendo de los platos, la lluvia empezando de nuevo sobre hojas de plátano. No fue perfecto (mis zapatos siguen llenos de barro), pero eso lo hizo aún mejor.
El tour de medio día con varias actividades dura aproximadamente 4–5 horas, incluyendo el transporte desde Manuel Antonio o Quepos.
Sí, el transporte ida y vuelta desde hoteles o villas en Manuel Antonio o Quepos está incluido en el precio.
El recorrido incluye rappel en cascadas, rappel en copas y pendientes, tres tirolinas, caída de mono, escalada en árboles y un puente colgante.
Sí—durante las pausas sirven snacks con fruta fresca y té helado; al final del tour hay un almuerzo típico costarricense.
El tour es apto para la mayoría de edades, pero no se recomienda para bebés menores de 3 años ni personas con ciertas condiciones de salud.
No, todo el equipo de seguridad y operativo necesario lo proporcionan los guías como parte de la experiencia.
La aventura se desarrolla en unas 80 acres de terreno protegido cerca de Manuel Antonio y Quepos, en la selva costarricense.
Tu día incluye transporte ida y vuelta desde hoteles en Manuel Antonio o Quepos en minivan con aire acondicionado, más un paseo en 4x4 hacia la selva; todo el equipo de seguridad para siete actividades como rappel en cascadas y tirolinas; snacks con fruta fresca y té helado durante las pausas; agua embotellada todo el tiempo; y un almuerzo típico costarricense antes de regresar cómodo.
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