Montarás caballos tranquilos por senderos en la selva de Guanacaste, cruzarás el río Buenavista mientras ves monos y mariposas, hasta llegar a una playa virgen del Pacífico donde tu caballo chapoteará en el mar. Grupos pequeños para charlar con el guía o simplemente escuchar cascos y olas — y al final, agua de coco fresca te espera.
Lo primero que recuerdo es el sonido: cascos sobre tierra compacta y el canto de aves entre los árboles de Guanacaste. Mi caballo se llamaba Canela, y era más tranquilo de lo que esperaba. Nuestro guía, Diego, nos hizo una seña con una sonrisa y simplemente... arrancamos. El sol ya calentaba, pero sin ser agobiante. Había un aroma húmedo y verde en el aire, como hojas después de la lluvia, aunque no había llovido en días.
No pensé que cruzaríamos un río tan pronto. El río Buenavista no era profundo, pero el agua refrescó mis botas, y los caballos apenas dudaron. Diego señaló unos monos arriba — monos aulladores, dijo — y juraría que uno nos miraba como si fuéramos el espectáculo. También vimos mariposas azules que revoloteaban un instante alrededor de nuestras cabezas antes de desaparecer entre los árboles. Alguien detrás de mí se rió cuando su caballo intentó beber agua en medio del cruce.
Después de una hora recorriendo senderos entre bosque y campos (vimos unas vacas salvajes que nos miraban sin moverse), salimos a la playa Buenavista. Era larga, gris y desierta, solo nosotros. Sin construcciones, solo madera flotante y ese cielo inmenso sobre el Pacífico. Canela entró en las olas como si lo hiciera todos los días — quizá lo hace — y sentí la brisa salada en la cara. A veces todavía recuerdo esa vista cuando estoy atrapado en el tráfico en casa.
De regreso cruzamos campos abiertos donde otros caballos pastaban libres, sin montura ni jinete. Diego nos ofreció agua de coco fresca cerca de los establos (yo derramé la mitad tratando de abrirla). Todo duró unas dos horas y media, pero honestamente pareció tanto más largo como más corto — ¿sabes? El tiempo se vuelve extraño cuando vas despacio a caballo, solo con el viento y los sonidos de la naturaleza alrededor.
El recorrido dura aproximadamente 2 horas y 30 minutos en total.
Sí, es ideal para todos los niveles y niños desde 5 años pueden participar.
Podrás ver monos (como monos aulladores), mariposas, aves, vacas, caballos e incluso cocodrilos.
Sí, cabalgarás por la playa Buenavista y tu caballo podrá chapotear en las olas del Pacífico.
Sí, todos los participantes reciben casco de seguridad.
¡Sí! Al final del paseo te ofrecen agua de coco fresca cerca de los establos.
Normalmente los grupos son pequeños, aunque pueden llegar hasta 15 personas si es necesario.
Sí, los animales de servicio están permitidos en esta actividad.
Sí, hay opciones de transporte público cerca del lugar donde comienza el tour.
Tu día incluye un caballo bien entrenado adaptado a tu nivel, casco de seguridad para cada jinete, un guía local amable que te llevará por senderos en la selva y cruces de río hasta la playa Buenavista, además de agua de coco fresca al final antes de regresar al pueblo.
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