Camina por senderos cerca del volcán Arenal con un guía local que comparte historias sobre erupciones y fauna. Si tienes suerte, verás ranas o aves, sentirás el aire húmedo en la piel y disfrutarás de esos momentos de silencio entre árboles milenarios — recuerdos que te acompañarán mucho después de dejar Costa Rica.
Empezamos justo a las afueras de La Fortuna, a unos 20 minutos en coche — perdí la noción del tiempo porque no podía dejar de mirar las nubes que se deslizaban alrededor de la cima del volcán. Nuestro guía, Diego, nos recibió en la entrada de la Reserva El Silencio. Nos entregó agua embotellada y sonrió: “Esto les va a hacer falta.” El aire olía dulce y a tierra mojada, como hojas húmedas después de la lluvia (aunque aún no había llovido). Se escuchaban unos cantos bajos de aves por todos lados, no eran fuertes pero sí constantes, como música de fondo que solo notas cuando se detiene.
El sendero serpenteaba por un bosque primario muy denso — Diego lo llamaba “bosque primario” — y se detenía a cada rato para mostrarnos detalles que yo jamás habría visto. En un momento se agachó y nos enseñó una rana roja diminuta sobre una hoja. Quise tomarle una foto pero saltó antes de que pudiera enfocar. Nos contó historias sobre las erupciones del volcán y cómo la gente de La Fortuna solía ver la lava desde sus porches (no puedo imaginarme lo tranquilos que eran con la lava tan cerca). El suelo se sentía esponjoso bajo mis botas, casi blando en lugares donde las hojas viejas se habían acumulado por años.
No esperaba que a veces se pusiera tan silencioso. Todos dejábamos de hablar y solo escuchábamos — podías oír tu propia respiración, o a veces nada más que un leve susurro lejano. En un momento Diego señaló unos árboles que habían sobrevivido a la última gran erupción; la corteza estaba marcada pero seguían firmes. Dijo algo sobre la resiliencia y me quedé pensando en eso un buen rato mientras caminábamos. El volcán se asomaba entre los claros del dosel — a veces tan cerca que parecía que podías tocar sus laderas, aunque aún estábamos a varios kilómetros de distancia.
Está a unos 13 kilómetros (aproximadamente 20 minutos en coche) de La Fortuna hasta la Reserva El Silencio.
Sí, el transporte está incluido dentro del paquete del tour.
Sí, un guía naturalista bilingüe y experimentado acompaña la caminata.
Sí, la entrada está incluida en tu reserva.
Se entrega agua embotellada al inicio de la caminata.
Se recomienda tener un nivel físico moderado para esta caminata.
No, no se recomienda para embarazadas ni para personas con problemas de columna o cardiovasculares.
Tu experiencia incluye recogida en La Fortuna, entradas a la Reserva El Silencio, guía naturalista bilingüe durante toda la caminata, además de agua embotellada para el camino y regreso tras tu paseo entre los árboles.
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