Recorrerás el Palacio Gyeongbokgung con un guía local que hace que la historia cobre vida, verás de cerca la ceremonia de los guardias reales, explorarás rincones escondidos del barrio hanok Bukchon y acabarás rodeado de tejados antiguos y la energía moderna de la ciudad. Una experiencia que te quedará grabada mucho después de irte.
—¿Esa es de verdad la puerta del rey? —pregunté, entrecerrando los ojos hacia Gwanghwamun mientras nuestra guía, Minji, sonreía y asentía. Acabábamos de salir del metro, todavía con el aroma de castañas asadas de los vendedores callejeros, y ahí estaba, con sus leones de piedra vigilando. La mañana era fresca pero agradable, y Minji tenía ese don de contar pequeñas historias en cada parada. Nos señaló cómo los uniformes de los guardias seguían los colores tradicionales de la dinastía Joseon, algo que yo jamás habría notado solo.
La ceremonia del cambio de guardia en el Palacio Gyeongbokgung fue más ruidosa de lo que esperaba: tambores resonando contra las paredes y turistas moviéndose para sacar fotos. Minji nos explicó por qué los guardias golpeaban el suelo con fuerza (algo para ahuyentar malos espíritus) y traté de absorber cada detalle, aunque me distraían los vivos borlones rojos que se movían con cada paso. El palacio era enorme, pero a la vez transmitía una calma especial. Si prestabas atención, podías oler las agujas de pino en algunos rincones. En un momento nos refugiamos en un patio tranquilo donde un anciano barría hojas; nos saludó como si fuéramos habituales.
Después visitamos Bukchon Hanok Village, con sus tejados inclinados y callejuelas estrechas, y la ropa tendida ondeando sobre nuestras cabezas. Hay un silencio extraño allí, a pesar de estar en pleno Seúl. Minji nos enseñó a distinguir las hanoks auténticas de las más modernas (pista: fíjate en las tejas del techo). Pasamos junto a una tienda diminuta que vendía pastelitos de arroz; compré uno por curiosidad, masticable y dulce, con un toque de aceite de sésamo que se quedó en mis dedos más de lo esperado. Un gato nos observaba desde el alféizar, como si estuviéramos invadiendo su reino.
Terminamos cerca del Ayuntamiento de Seúl, donde torres de cristal se apoyan sobre viejas paredes de piedra: pasado y presente fusionados al más puro estilo coreano. Mis piernas estaban cansadas, pero la cabeza me daba vueltas con todos esos detalles nuevos sobre la arquitectura del palacio y la vida cotidiana. Sigo recordando ese momento de calma en Bukchon, cuando todo pareció detenerse un segundo, ¿sabes?
El recorrido dura unas 3 horas en total, visitando ambos lugares.
Sí, las entradas están incluidas en la reserva.
El grupo es de máximo 5 personas para una experiencia más íntima.
Sí, contarás con un guía local experto durante todo el recorrido.
Sí, hay opciones de transporte público cerca de todos los puntos de encuentro.
No, no se recomienda para quienes tengan dificultades con escaleras o cuestas.
Tu día incluye las entradas al Palacio Gyeongbokgung y la guía de un experto local; te desplazarás a pie entre los sitios en grupos pequeños para una atención más personalizada.
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