Recorre Medellín en bicicleta eléctrica por barrios creativos con un guía local que comparte historias detrás de murales y las icónicas esculturas de Botero. Prueba jugo fresco en una juguería familiar antes de pasear por plazas llenas de vida. Es corto pero inolvidable — seguro querrás dar una vuelta más.
Lo primero que me llamó la atención fue cómo la luz de la mañana iluminaba los murales — los colores parecían más vivos, como si alguien hubiera subido el volumen a Medellín misma. Nos encontramos con nuestro guía, Camilo, en un pequeño espacio verde entre modernos edificios de vidrio. Nos entregó cascos y bicicletas eléctricas (la mía tenía un pequeño rasguño en el cuadro, lo que la hacía sentir menos turística, de alguna forma) y nos dijo que veríamos tanto las cicatrices como las esperanzas de la ciudad. Eso se me quedó grabado.
Confieso que al principio me dio un poco de miedo andar entre el tráfico — pero resulta que estas bicicletas eléctricas te hacen sentir casi invencible (o tal vez era Camilo, que iba adelante y gritaba “¡Vamos!” cada vez que dudábamos). Pasamos por parques donde los niños corrían bajo la sombra de árboles gigantes. En una parada, señaló dos esculturas de bronce en una plaza tranquila y nos contó cómo simbolizan tanto la tragedia como la resistencia tras un atentado hace décadas. Se hizo un silencio mientras hablaba; hasta los vendedores ambulantes cercanos se detuvieron un momento.
Más tarde, llegamos a la calle Junín — llena de gente, ruido y conversaciones por todos lados. Camilo nos llevó a una pequeña juguería que lleva más tiempo que yo viviendo. La dueña cortaba papaya mientras nos contaba sus combinaciones favoritas de frutas (probé lulo — ácido y dulce a la vez; difícil de explicar). Tenía las manos pegajosas de jugo cuando llegamos a Plaza Botero. Veintitrés enormes esculturas repartidas sobre baldosas de piedra, gente recostada en ellas como si fueran viejos amigos. Alguien ponía salsa en un parlante portátil. Por alguna razón, todavía recuerdo esa mezcla de bronce, música y olor a fruta en el aire.
No esperaba sentir tanta energía solo por pasear un par de horas — pero hay algo especial en ver Medellín así, con alguien que conoce todas sus historias y atajos. Terminamos cerca de un parque lleno de familias volando cometas. El sol empezaba a bajar, pero nadie tenía prisa por irse. Nosotros tampoco.
Se requiere un nivel intermedio de manejo; no se recomienda para principiantes absolutos ni personas con restricciones de salud.
Sí, Plaza Botero es una de las paradas principales en este tour en bicicleta eléctrica.
Incluye una parada para jugo de frutas tropicales; se proporciona agua, pero lleva tu propia botella.
La experiencia dura solo un par de horas, ideal si tienes poco tiempo.
La edad mínima es 12 años; peso máximo 110 kg; altura mínima recomendada 1.50 m.
Tu día incluye uso de bicicleta eléctrica con casco, guía local bilingüe (inglés o español), seguro durante todo el recorrido, poncho para lluvia si hace falta, agua (lleva tu propia botella), y una parada para jugo fresco en la concurrida calle Junín antes de regresar por algunas de las plazas más animadas de Medellín.
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