Si quieres descubrir Cartagena más allá de sus calles concurridas, este tour privado en barco te lleva a nadar sobre arrecifes, disfrutar mariscos frescos en playas escondidas y vivir la esencia local, desde pueblos tranquilos hasta lugares de fiesta, todo a tu ritmo.
El aire de la mañana se sentía cálido y salado mientras nos alejábamos del muelle en Cartagena. Nuestro capitán, Andrés, señalaba el perfil de la ciudad: los rascacielos de Bocagrande brillando bajo el sol y las murallas del centro histórico que parecían doradas con la luz temprana. El sonido del motor se mezclaba con el canto de las gaviotas, y podía oler el aroma a pan recién horneado que venía de un vendedor cerca de la marina. Si miras hacia atrás al partir, verás el fuerte San Sebastián del Pastelillo vigilando el agua; los locales dicen que es uno de esos rincones que la mayoría de turistas no nota a menos que alguien se los señale.
Navegamos frente a Tierra Bomba, donde los niños saludaban desde senderos arenosos y los pescadores arreglaban redes bajo las palmeras. Los antiguos fuertes españoles de Bocachica —San Fernando y San José— se alzaban a ambos lados. Nuestro guía nos contó que hace siglos los piratas intentaban suerte aquí; ahora solo reina la calma, interrumpida de vez en cuando por una moto o el canto de un gallo en el interior. La brisa se intensificó al dejar atrás la bahía.
Las Islas del Rosario aparecieron en el horizonte, un grupo de puntos verdes sobre aguas turquesas. Aquí hay 28 islas (yo siempre pensé que eran menos), todas dentro de un parque nacional protegido. Anclamos frente a Isla Grande y me sumergí con la máscara de snorkel. Es difícil explicar lo cristalino que está el agua hasta que flotas sobre el coral y ves pequeños peces azules nadando entre tus dedos. Algunos probaron por primera vez el subwing; parece complicado, pero todos salieron con una sonrisa de oreja a oreja.
Almorzamos en un club de playa tranquilo, sin menús ni multitudes, solo pargo a la parrilla con arroz de coco servido bajo una palapa. Lleva efectivo para el almuerzo (solo aceptan pesos), y los precios varían según lo fresco del día; la langosta es más cara, pero honestamente, hasta el pescado del día vale la pena. Después nos dirigimos hacia Barú. Playa Blanca es famosa, pero nuestro capitán conocía una zona más tranquila donde hamacas colgaban entre guayacanes y no se veía ningún otro barco.
De regreso, hicimos una parada en Cholón, un lugar de fiesta flotante donde los barcos se amarran juntos en aguas poco profundas. La música retumbaba cerca; la gente bailaba con el agua hasta la cintura y cerveza en mano, mientras vendedores remaban ofreciendo ostras con hielo. No soy muy buen bailarín, pero no pude evitar reír con todos los que chapoteaban y disfrutaban.
El regreso a Cartagena fue más tranquilo; nadie tenía prisa mientras veíamos cómo los edificios de Bocagrande se teñían de rosa con el sol que caía. Alguien descorchó una botella de espumante (incluida si la pides con anticipación), y nos quedamos sentados un rato, en silencio, solo con el sonido de las olas contra el casco y la música lejana que se desvanecía detrás de nosotros.
No, el almuerzo no está incluido. Necesitarás efectivo en pesos colombianos (COP). Calcula entre 40 y 90 USD por persona según lo que pidas en el club de playa.
Los barcos deben regresar antes de las 4:00 pm por normas del puerto, o antes si cambia el clima.
¡Sí! El tour es accesible para sillas de ruedas y cochecitos; los bebés pueden ir en brazos o usar asientos especiales a bordo.
Protector solar, gorra, traje de baño, toalla, algo de efectivo para extras como almuerzo o bebidas (solo pesos), y quizá una chaqueta ligera si te enfrías después de nadar.
Tu propia lancha rápida privada con tripulación (capitán y asistente), traslado ida y vuelta desde hoteles en Cartagena, bebidas frías y snacks a bordo, todo el equipo para nadar o hacer snorkel, acceso a clubes de playa exclusivos en Barú (almuerzo no incluido), y mucho tiempo para relajarte o explorar en cada parada.
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