Pedalea por el Centro Histórico y Getsemaní de Cartagena a un ritmo tranquilo con un guía local que te llevará por plazas, parques y rincones llenos de arte urbano. Muchas paradas para historias y fotos, y momentos pequeños —como olores a fruta o risas locales— que se quedan contigo mucho después de devolver el casco.
Lo primero que noté fue el sonido: las ruedas haciendo clic sobre los adoquines mientras arrancábamos desde el punto de encuentro, justo afuera de la ciudad amurallada. Nuestro guía, Andrés, nos saludó con una sonrisa que parecía de alguien a quien conoces de toda la vida. Las bicicletas eran resistentes (la mía tenía una campana chirriante que no paraba de tocar), y nos entregaron los cascos tras revisar rápido las correas. Empezamos despacio, esquivando a los vendedores de fruta que gritaban en español y a los turistas que aún intentaban descifrar sus mapas. Recuerdo el aroma dulce y fresco del mango de uno de los puestos, que se colaba en el aire.
Hicimos una parada en el Parque Centenario, donde los loros chillaban arriba y Andrés nos señaló una iguana tomando el sol en una rama baja. Nos contó sobre las murallas antiguas de Cartagena, que mantenían alejados a los piratas, aunque bromeó diciendo que algunos seguro se colaban por la comida. Recorrer Getsemaní fue otra historia; arte callejero por todos lados, colores tan vivos que casi parecían vibrar con el calor. En un mural, alguien preguntó por el artista y Andrés se rió: “Es amigo de un primo mío”, dijo encogiéndose de hombros como si eso lo explicara todo. Intenté decir algo en español y seguro lo arruiné, pero me regalaron una sonrisa igual.
Creo que paramos unas diez o doce veces, aunque perdí la cuenta porque el tiempo se mezclaba entre plazas, iglesias y callejones estrechos donde la música se escapaba por las ventanas abiertas. A veces nos deteníamos para preguntas o fotos; otras, solo para dejar pasar el tráfico (los conductores en Cartagena tienen su propia lógica). En un momento, mis manos olían a una mezcla de bloqueador solar y polvo de ciudad — no desagradable, solo real. El ritmo era tan tranquilo que cualquiera podía seguirlo, incluso cuando la tarde se volvió pegajosa y calurosa.
No esperaba sentirme tan parte de la ciudad al final. Andrés nos dio consejos para comer después (“nada muy turístico”, prometió) y esperó mientras tomábamos las últimas fotos junto a la antigua puerta de piedra. Todavía recuerdo esa vista hacia Getsemaní al terminar: las bicis alineadas, el sol bajando, gente riendo por nada en especial.
El tour dura alrededor de dos horas en total.
Sí, te proporcionan bicicleta urbana y casco.
El recorrido cubre el Centro Histórico, el Parque Centenario y el barrio Getsemaní.
No, el ritmo es lento y apto para la mayoría de niveles físicos.
Sí, hay entre 10 y 12 paradas para fotos o preguntas.
No incluye almuerzo; el guía puede recomendarte lugares para comer después.
Los tours están disponibles en inglés y español.
El tour comienza y termina en el mismo punto de encuentro cerca del Centro Histórico.
Tu día incluye el uso de una bicicleta urbana y casco durante dos horas mientras recorres con un guía local el Centro Histórico, el Parque Centenario y Getsemaní, con tiempo para preguntas y fotos antes de regresar al punto de partida.
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