Vas a descubrir dos de los lugares más emblemáticos de Colombia — el Lago Guatavita y la Catedral de Sal de Zipaquirá — con un guía local que conoce todas sus historias. Además, disfrutarás de la auténtica comida y música colombiana en Andrés Carne de Res. No es solo turismo, es un día lleno de cultura, historia y sabores inolvidables.
El aire se sentía un poco más fresco al dejar atrás la ciudad y avanzar hacia el norte de Bogotá. Nuestro guía, Camilo, nos contó leyendas locales mientras atravesábamos colinas verdes salpicadas de vacas y puestos de frutas al borde del camino. La primera parada fue el Lago Guatavita. La caminata no es larga, pero conviene llevar zapatos cómodos; hay una subida suave y la brisa trae ese aroma terroso del bosque. Recuerdo que me detuve a escuchar; el silencio solo se rompía con el canto de los pájaros y el crujir de la grava bajo los pies. Camilo señaló el lugar donde los jefes muiscas arrojaban oro al agua; de verdad, estando ahí, es fácil entender por qué nació la leyenda de El Dorado.
Luego visitamos la Catedral de Sal de Zipaquirá. No te das cuenta de lo profundo que estás hasta que sientes ese aire fresco dentro de los túneles. Las paredes brillan con cristales de sal — tocarlos deja un polvo fino en los dedos. No es solo una iglesia; es como pasear por una galería de arte subterránea tallada a mano. Nuestro guía conocía cada rincón y nos contó historias de los mineros que construyeron capillas secretas antes de que se hiciera famosa.
Terminamos en Chía, en Andrés Carne de Res — una mezcla vibrante de música, colores y platos rebosantes de carnes a la parrilla y arepas. La gente local ya bailaba junto a sus mesas antes de que llegara el postre. Si nunca has probado su jugo de lulo o las empanadas recién hechas, créeme, vale la pena dejar espacio para ambos.
El camino hasta el lago incluye una subida moderada (unos 30-40 minutos ida y vuelta). Es accesible para la mayoría con condición física básica.
¡Sí! Todas las entradas al Lago Guatavita y a la Catedral de Sal de Zipaquirá están incluidas en la reserva.
La visita está incluida, pero las comidas se pagan aparte para que puedas elegir lo que prefieras del menú.
Zapatos cómodos, una chaqueta ligera (puede refrescar), bloqueador solar y algo de efectivo para snacks o souvenirs son recomendables.
Tu día incluye transporte privado en vehículos cómodos, entradas a Lago Guatavita y Catedral de Sal de Zipaquirá, además de varias paradas si algo te llama la atención. Un guía local te acompañará todo el tiempo — solo pide si quieres quedarte más en algún lugar o tomar un café en el camino.
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