Si tienes curiosidad por lo que realmente comen los locales en la merienda de Shanghai, este tour te lleva directo a la fuente: pastelerías, casas de té y cafés de postres escondidos a lo largo de la animada Huaihai Road. Probarás mooncakes clásicos, participarás en una auténtica ceremonia china del té y acabarás con dulces cantoneses helados que no olvidarás (y quizás manchen tus mangas). No es solo comida, son historias y momentos únicos.
Lo primero que me llamó la atención fue el aroma: pasteles recién horneados que salían de una pequeña tienda justo a un lado de Huaihai Road. Nuestra guía, Li, nos hizo señas con una sonrisa y nos entregó mooncakes calentitos, esos que los locales comen durante el Festival del Medio Otoño. El relleno era dulce pero sin pasarse, y la masa tenía una textura hojaldrada que se pegaba a los dedos. Vi a gente haciendo cola afuera, charlando sobre qué sabor elegir: frijol rojo o semilla de loto. Parecía que habíamos entrado en una tradición familiar.
A unas cuadras, nos metimos en una casa de té tranquila, escondida entre boutiques y puestos de fideos. Adentro, el tintinear de las tazas de porcelana se mezclaba con conversaciones suaves. Li nos contó que cada té tiene su historia: té verde de Hangzhou, té negro de Fujian, y nos mostró cómo la temperatura del agua cambia todo. Intenté servir con esas tazas pequeñitas; la verdad, es más difícil de lo que parece. El aroma a jazmín quedó en el aire mucho después de mi último sorbo. También nos habló de las antiguas rutas comerciales y cómo el té ha marcado Shanghai desde el siglo XIX. Me hizo ver mi taza con otros ojos.
Terminamos en una dulcería cantonesa donde el aire acondicionado nos dio un respiro tras el calor pegajoso de la tarde en Shanghai. En la mesa llegaron tazones con puré de mango y tofu de almendra, junto con pudín de sago salpicado de arroz morado masticable. El mango estaba tan fresco que casi sabía a verano. Cerca, familias reían y alguien detrás de nosotros pedía más pudín de papaya “para la suerte”. Para entonces, ya había perdido la cuenta de los postres que habíamos probado, pero cada bocado era como un pedazo más de la vida local.
¡Claro! La ruta es accesible para sillas de ruedas y se permiten cochecitos. Niños menores de 3 años entran gratis; solo avísanos si tienes alguna necesidad especial.
No hay problema, solo menciona tus necesidades al reservar para adaptar las degustaciones cuando sea posible.
¡Sí! Tu guía habla inglés (y mandarín) con fluidez y disfruta compartiendo historias locales durante el recorrido.
La experiencia completa dura entre 2 y 2.5 horas, según el ritmo del grupo y las preguntas.
Tu entrada incluye todas las degustaciones: mooncakes frescos en dos pastelerías, una ceremonia completa de té chino (con varios tipos de té), y postres en una dulcería cantonesa. Un guía local amable te acompañará y compartirá historias durante todo el recorrido. Todos los lugares son fáciles de llegar en transporte público y, sí, ¡todo es accesible para sillas de ruedas!
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